¿Progresista? ¿Conservador?
Quienes llevamos la pasajera cruz de tener hijos adolescentes conocemos la experiencia. Todo adolescente es inconscientemente arrogante; todos han inventado la pólvora y creen ser los primeros en enfrentarse a problemas y en llegar a recovecos del alma que los mayores, no siempre para nuestra fortuna, hemos recorrido mil veces.
En esto he pensado escuchando por enésima vez las críticas de los laicistas al uso del pontificado de Juan Pablo II. Deben tener en sus ordenadores una tecla que al pulsarla aparece automáticamente en pantalla "progresista en lo social y conservador en lo moral". "Lo moral", en este insufrible latiguillo, se refiere a la firme oposición del Papa a la santa trinidad laica: aborto, homosexualidad y anticoncepción. Y es que, después de tanto cacarear sobre la (inexistente) obsesión de la Iglesia por el sexo, estos neovictorianos inconscientes parecen reducir la moral a la entrepierna.
Juan Pablo II ocupaba un puesto inaugurado por San Pedro, y a su lado las instituciones más antiguas, las monarquías con más solera son nuevas como el alba. Cuando Ratzinger dijo que la Iglesia es "maestra de humanidad" no estaba enunciando un dogma, sino expresando una obviedad, se sea o no creyente. Los medios de comunicación -y la caterva de 'expertos' de vario pelaje que les alimentan- tienen la retentiva y la memoria de un adolescente hiperactivo; se vuelcan con lo último obsesivamente y lo abandonan súbitamente, con el tiempo justo para pontificar sobre todo pero sin profundizar sobre nada, como un maniaco con un mando a distancia. El Papa -como la Iglesia- mira a la eternidad. El mundo se preocupa por esquemas y números; al Papa -a la Iglesia- le interesa el hombre, cada hombre.
El Papa fue 'conservador' porque tiene una preciosísima verdad que conservar y transmitir; porque, pese a las acusaciones de autoritarismo, no puede alejarse un milímetro del Magisterio. Y fue 'progresista en lo social' porque le animaba la misma pasión por la justicia, la misma ardiente caridad que iluminan cada página del Evangelio.
En esto he pensado escuchando por enésima vez las críticas de los laicistas al uso del pontificado de Juan Pablo II. Deben tener en sus ordenadores una tecla que al pulsarla aparece automáticamente en pantalla "progresista en lo social y conservador en lo moral". "Lo moral", en este insufrible latiguillo, se refiere a la firme oposición del Papa a la santa trinidad laica: aborto, homosexualidad y anticoncepción. Y es que, después de tanto cacarear sobre la (inexistente) obsesión de la Iglesia por el sexo, estos neovictorianos inconscientes parecen reducir la moral a la entrepierna.
Juan Pablo II ocupaba un puesto inaugurado por San Pedro, y a su lado las instituciones más antiguas, las monarquías con más solera son nuevas como el alba. Cuando Ratzinger dijo que la Iglesia es "maestra de humanidad" no estaba enunciando un dogma, sino expresando una obviedad, se sea o no creyente. Los medios de comunicación -y la caterva de 'expertos' de vario pelaje que les alimentan- tienen la retentiva y la memoria de un adolescente hiperactivo; se vuelcan con lo último obsesivamente y lo abandonan súbitamente, con el tiempo justo para pontificar sobre todo pero sin profundizar sobre nada, como un maniaco con un mando a distancia. El Papa -como la Iglesia- mira a la eternidad. El mundo se preocupa por esquemas y números; al Papa -a la Iglesia- le interesa el hombre, cada hombre.
El Papa fue 'conservador' porque tiene una preciosísima verdad que conservar y transmitir; porque, pese a las acusaciones de autoritarismo, no puede alejarse un milímetro del Magisterio. Y fue 'progresista en lo social' porque le animaba la misma pasión por la justicia, la misma ardiente caridad que iluminan cada página del Evangelio.
2 Comments:
Me gustó mucho este artículo. Y otros también. Gracias!
Me gustó mucho este artículo. Y otros también. Gracias!
Publicar un comentario
<< Home