lunes, marzo 21, 2005

Una encuesta manipulada

¿Se opondría al matrimonio de dos personas que se quieren? ¿Estaría dispuesto a destrozar el futuro de una pobre mujer embarazada? Si alguien se atreviese a realizar sendas encuestas sobre el matrimonio de homosexuales y el aborto con estas preguntas, todo el mundo, creo, sería capaz de localizar la manipulación. Sin embargo estos ejemplos no son muy distintos de una reciente encuesta aparecida en la página web del diario El Mundo sobre la conveniencia o no de retirar el tubo de alimentación de la norteamericana Terri Schiavo. El planteamiento de la encuesta dice así: . Los padres de esta mujer se niegan a que se le retire el tubo que la alimenta mientras su marido pide su desconexión tras 15 años en estado vegetativo ¿Qué haría usted si se encontrara en un caso similar al de la familia de Terri Schiavo?

Déjenme explicarles los diversos niveles de manipulación contenidos en tan pocas líneas. En primer lugar, la palabra “desconexión”, que sugiere una existencia mecánica e infrahumana, una suerte de electrónico ensañamiento terapéutico. Pero Terri no está “enchufada”. La alimentan por un tubo, ni siquiera con suero por vía intravenosa. Terri come y digiere, de forma semejante a muchos enfermos y no pocos tetrapléjicos.

Segunda falsedad manifiesta: “estado vegetativo”. Terri no es un geranio: intenta hablar, se agita y ríe cuando van a verla sus familiares, sonríe a los visitantes y lloró cuando le comunicaron la próxima retirada de la alimentación.

Luego, las omisiones, que este caso son tan graves como las falsedades. Una vez más, ‘desconectar’ suena a apagar una máquina, como si se diera al off y Terri abandonara este mundo. No es así. La retirada del tubo la condena a una prolongada e indescriptible tortura antes de la muerte, a morir de sed. Eso es lo que votan los que votan “sí”.

Además, quien solicita su muerte por un procedimiento tan macabro es su marido, Michael Schiavo, un hombre que lleva años viviendo con otra mujer con la que espera casarse y que le ha dado dos hijos, sin contar con el pequeño detalle de que cobrará automáticamente con la muerte de su mujer una fortuna procedente del seguro de vida de su cónyuge. Si alguien le pega un tiro a su mujer para quedarse con el dinero del seguro y casarse con su amante, todo el mundo entendería dónde está el mal; si la condena a morir de hambre, en cambio, al 83% de los consultados por El Mundo les parece muy bien.