miércoles, agosto 31, 2005

Hay guerras y guerras

La realidad es simple para quien elude la funesta manía de pensar. Las guerras, por ejemplo. Hay guerras malas y guerras buenas, aunque a éstas últimas no se las llama guerras. La de Iraq es una guerra mala: los americanos invadieron un remoto país musulmán que no les había atacado ni suponía amenaza alguna para ellos. La de Afganistán, en cambio, es una guerra buena porque... Bueno, es buena porque no se le llama guerra, sino 'intervención humanitaria'.

Si uno examina cuidadosamente lo que hacían diariamente los soldados españoles en Iraq durante el oprobioso gobierno de Aznar y lo que hacen esos mismo soldados en Afganistán, podría confundirse, porque las misiones en uno y otro caso parecen idénticas. En Iraq los españoles no iban a matar a nadie. En Afganistán, no han cambiado el cetme por bolsas de caramelos. Pero la presencia en Iraq era intolerable, le valió al PP la derrota en las urnas, puso en pie de guerra (es un decir) a los titiriteros apesebrados de la cultureta oficial y a España en el punto de mira del terrorismo islamista, con resultados trágicos. La presencia en Afganistán, a lo que parece, es la versión uniformada de un concierto benéfico de U2, con los nativos arrojando flores al paso de nuestros muchachos. La guerra, decía el general Sherman, es un infierno. Pero la de Afganistán es Disneylandia con Cougars, donde, sí, han perdido la vida 17 soldados, pero como si hubiera sido en un accidente durante la Operación Retorno en la carretera de La Coruña.