Al trantrán (Carta del diablo)
Apreciado Isacarón:
¡No me lo asustes! Te veo moviendo Roma con Santiago para poner ante tu pupilo tentaciones que le lleven a pecar a lo grande. ¿Todavía estamos con ésas?
Veo que no has aprendido nada. Igual que preferimos el atolondramiento irreflexivo del que nunca se para a pensar en lo importante a los más sólidos argumentos ateos –que eso de pensar es un vicio nefasto y no se sabe adónde puede llevar-, nos conviene más que lleguen a nosotros cargados de tibieza antes que de grandes crímenes. No olvides, por lo demás, que la gracia de nuestro arte es atraerles hacia nosotros a cambio de... nada. No hay nada que podamos ofrecerles, realmente, pero esa nada debe estar cuidadosamente envuelta en misterio y atractivo.
Un gran pecado puede poner en marcha el mecanismo aherrumbrado de su conciencia y llevar al arrepentimiento y la reconciliación con el Enemigo. No queremos más Saulos de Tarso ni Magdalenas, gracias.
No: déjale en esa modorra moral, que avance al trantrán hacia nosotros, sin sustos ni alarmas. Que su ira no le lleve al asesinato, sino a hacer la vida imposible a su familia; que su envidia no consista en planificar la destrucción de sus colegas, sino en ponerles verdes; que su pereza no lleve a que le despidan –puedes incluso hacerle laborioso de 9 a 6 entre semana-, sino a ser negligente en el amor a los demás y, sobre todo, a descuidar su alma; que su soberbia no le haga ambicionar los tronos y potestades, sino que le llene de la vanidad ridícula e inconsciente que llaman amor propio; que su lujuria no se concrete en orgías, sino que adopte, en lo posible, el lenguaje del amor o, más divertido, de ‘sana libertad sexual’.
No somos quisquillosos, y aceptamos que nuestros clientes lleguen ‘a casa’ al volante de un Lamborghini; pero la gracia está en verles llegar en un Panda.
Asmodeo
¡No me lo asustes! Te veo moviendo Roma con Santiago para poner ante tu pupilo tentaciones que le lleven a pecar a lo grande. ¿Todavía estamos con ésas?
Veo que no has aprendido nada. Igual que preferimos el atolondramiento irreflexivo del que nunca se para a pensar en lo importante a los más sólidos argumentos ateos –que eso de pensar es un vicio nefasto y no se sabe adónde puede llevar-, nos conviene más que lleguen a nosotros cargados de tibieza antes que de grandes crímenes. No olvides, por lo demás, que la gracia de nuestro arte es atraerles hacia nosotros a cambio de... nada. No hay nada que podamos ofrecerles, realmente, pero esa nada debe estar cuidadosamente envuelta en misterio y atractivo.
Un gran pecado puede poner en marcha el mecanismo aherrumbrado de su conciencia y llevar al arrepentimiento y la reconciliación con el Enemigo. No queremos más Saulos de Tarso ni Magdalenas, gracias.
No: déjale en esa modorra moral, que avance al trantrán hacia nosotros, sin sustos ni alarmas. Que su ira no le lleve al asesinato, sino a hacer la vida imposible a su familia; que su envidia no consista en planificar la destrucción de sus colegas, sino en ponerles verdes; que su pereza no lleve a que le despidan –puedes incluso hacerle laborioso de 9 a 6 entre semana-, sino a ser negligente en el amor a los demás y, sobre todo, a descuidar su alma; que su soberbia no le haga ambicionar los tronos y potestades, sino que le llene de la vanidad ridícula e inconsciente que llaman amor propio; que su lujuria no se concrete en orgías, sino que adopte, en lo posible, el lenguaje del amor o, más divertido, de ‘sana libertad sexual’.
No somos quisquillosos, y aceptamos que nuestros clientes lleguen ‘a casa’ al volante de un Lamborghini; pero la gracia está en verles llegar en un Panda.
Asmodeo
5 Comments:
¡Hombre, Bosco! ¡Bienvuelto! Ya temíamos algunos que no posteara más... Gracias a Dios que no fue así.
Muy buena cosa, buena cosa. Saludos de un lector del otro lado del charco.
Genial. Un gusto su vuelta.
Muy bueno, esperamos que, dentro de lo posible, actualices más seguido.
Me recuerda a Lewis... y qué encanto que alguien recuerde a Lewis. Ojalá que puedas publicar pronto. Leí otras entradas y haces una buena obra por aquí.
¡Postee, maestrooo...!
Publicar un comentario
<< Home