miércoles, mayo 10, 2006

Europa ama a Laura...

Qué gracioso, el vídeo. Imagino que lo conocen, porque en sólo tres días se lo han bajado de Internet medio millón de personas. Es una parodia musical de un grupo de lo más rancio, de lo peor de los años sesenta, con una ridícula cancioncita titulada Amo a Laura (pero esperaré hasta el matrimonio). Ja, ja, ja, qué bueno lo suyo. No, en serio.

La verdad es que parodiar la castidad requiere tanto valor como quitarle el bolso a una centenaria en silla de ruedas y es tan contracultural como manifestarse contra el nazismo. Vamos, que si Europa y España quieren a Laura, no están dispuestas a esperar ni cinco minutos.

Echemos un vistazo a esta alegre civilización. Europa envejece a toda velocidad. No es que su tasa de natalidad esté por debajo del coeficiente de sustitución, sino que decrece a un ritmo del que ninguna civilización se ha recuperado en la historia. Desgraciadamente, el europeo se aferra como un yonqui a todas las numerosas prestaciones sociales de un Estado de Bienestar que, ay, depende para su continuidad de un modelo demográfico diametralmente opuesto, con cada generación sustancialmente más numerosa que la anterior para alimentar a los pensionistas. El déficit pretende arreglarlo con un influjo migratorio como no se había conocido en la historia, una invasión que está desestabilizando las sociedades europeas y que ya ha hecho arder París. Mientras, cada año Europa mata a un millón de niños no nacidos y, en España, la mitad de los matrimonios se deshace. Las niñas de quince años pueden adquirir con toda comodidad píldoras del día después, no vaya a ser que les pase como a Laura, y a los niños de seis años se les empieza a enseñar lo divertida que es la coyunda y el inefable milagro del sexo anal. ¿No es para partirse?

Quizá la canción pierda su gracia dentro de unos años, o que ya no tenga ninguna cuando se escuche en los Emiratos Unidos de Europa. Pero, mientras, jo, qué risa.