Los Otros
Cuando, en los sesenta, el marxismo fue aplicando sordina a su retórica obrerista, por aquello de que las masas proletarias en Occidente empezaban a entrar en tropel en las filas de la burguesía, y diversificando hacia nuevos "ismos" culturales y liberaciones varias, se puso de moda el lema de que "lo personal es político". De aquellos polvos vinieron los actuales lodos de simplificar miles de problemas concretos presentándolos como parábolas o epifenómenos de esquemas ideológicos generales. Así, cada caso de maltrato no se ve como este hombre concreto pegando a esta mujer concreta, sino como una consecuencia extrema del Patriacado opresor ejerciendo su violencia natural sobre la Mujer.
El concepto no sólo es absurdo; es casi lo contrario a la verdad: lo político casi siempre es o acaba siendo personal. Decía Aristóteles que el hombre es una animal político; quizá sería más acertado decir que es un ser tribal. No soy demasiado aficionado al fútbol, pero siempre me ha fascinado el fenómeno de los hinchas. Uno es del Real Madrid o del Barcelona a muerte, no por la plantilla o la directiva, como parecería lógico. Si mañana Florentino Pérez se convirtiera en presidente del Atlético y se llevara a toda la plantilla del Real Madrid a su nuevo club, el hincha atlético seguiría siéndolo, y otro tanto el del Madrid. Se trata de "los colores", del nombre de la tribu.
Y en política, tres cuartos de lo mismo. Lo importante no es qué política se defienda; lo importante es saber si son "los nuestros" o son "los otros". Por eso un gobierno del PSOE pudo liberalizar el mercado de trabajo y aplicar otras medidas capitalistas sin que se inquietaran demasiado sus votantes, y un gobierno del PP consiguió aprobar una ley de tratamiento de embriones sólo marginalmente menos inmoral que la que había sin que eso afectase perceptiblemente a su base electoral. Casos casi idénticos son condenados o disculpados según los aprueben unos u otros. No importan las ideas, sino quién manda aquí.
El concepto no sólo es absurdo; es casi lo contrario a la verdad: lo político casi siempre es o acaba siendo personal. Decía Aristóteles que el hombre es una animal político; quizá sería más acertado decir que es un ser tribal. No soy demasiado aficionado al fútbol, pero siempre me ha fascinado el fenómeno de los hinchas. Uno es del Real Madrid o del Barcelona a muerte, no por la plantilla o la directiva, como parecería lógico. Si mañana Florentino Pérez se convirtiera en presidente del Atlético y se llevara a toda la plantilla del Real Madrid a su nuevo club, el hincha atlético seguiría siéndolo, y otro tanto el del Madrid. Se trata de "los colores", del nombre de la tribu.
Y en política, tres cuartos de lo mismo. Lo importante no es qué política se defienda; lo importante es saber si son "los nuestros" o son "los otros". Por eso un gobierno del PSOE pudo liberalizar el mercado de trabajo y aplicar otras medidas capitalistas sin que se inquietaran demasiado sus votantes, y un gobierno del PP consiguió aprobar una ley de tratamiento de embriones sólo marginalmente menos inmoral que la que había sin que eso afectase perceptiblemente a su base electoral. Casos casi idénticos son condenados o disculpados según los aprueben unos u otros. No importan las ideas, sino quién manda aquí.
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