¡Que viene el coco!
Si es que no se nos puede dejar solos. Francia, corazón de la Unión Europea y patria del virtual autor de la Constitución Europea, Giscard d’Estaing, está en un tris de rechazar en referéndum la carta magna, mientras que la ultraeuropeísta Holanda parece decantarse descaradamente por el no. Bernard Bot, ministro holandés de Asuntos Exteriores, califica de “reacción irracional” la opinión mayoritaria de sus paisanos, mientras que su colega de Justicia, Piet-Hein Donner, agita el espantajo de las guerras de Yugoslavia como el destino que nos espera si no nos comemos la sopa y votamos lo que nos digan nuestros mayores de Bruselas.
Los plebiscitos de la Unión Europea son como las preguntas de un examen de Matemáticas: sólo hay una respuesta correcta. Por lo demás, los profes –blandos, ellos- se pasan el examen soplando la solución a voz en grito. Si, aun así, la ciudadanía ‘suspende’, no hay problema: recuperación en septiembre. Y así, hasta que acierte. Este proceso es conocido en Europa como ‘democracia’.
Los plebiscitos de la Unión Europea son como las preguntas de un examen de Matemáticas: sólo hay una respuesta correcta. Por lo demás, los profes –blandos, ellos- se pasan el examen soplando la solución a voz en grito. Si, aun así, la ciudadanía ‘suspende’, no hay problema: recuperación en septiembre. Y así, hasta que acierte. Este proceso es conocido en Europa como ‘democracia’.
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