Sin complejos (firma invitada)
Parece un western de Clint Eastwood, y no lo es, pero casi. Es el cintillo con que Santiago Abascal rubrica sus columnas en El Semanal Digital. Abascal, presidente de Nuevas Generaciones del PP en el País Vasco, concejal en Llodio y parlamentario autonómico hasta la pasada legislatura. Parece una de vaqueros, porque no habrá indios, pero sí jarraitxus; no habrá carteles de wanted, pero sí pasquines con rostros pálidos encerrados en una diana.
Por haber, hay hasta un malo, un Gobernador que juega al póquer con cartas marcadas, capaz de apañar chanchullos con los pieles rojas con tal de seguir mandando, aunque sea sobre una pila de cadáveres. Es cuando entran en escena Abascal y sus chicos, como Billy el Niño y su banda, sólo que sin revólveres, con un par, exigiendo para las víctimas Memoria, Dignidad, Justicia... y que se cumpla la Ley, osadía por la cual han puesto precio a su cabeza. Porque en este western rodado en Vascongadas y no Almería la sangre no es ketchup y las balas matan de verdad.
Nacidos el mismo año, los dos hemos puesto nuestra pluma marca Winchester al servicio de España. Pero mientras yo tecleo desde una redacción instalada en un cómodo edificio de oficinas en el Paseo de la Castellana, él lo hace desde un fuerte asediado por los indios, en pleno territorio comanche. Las balas silban, las provisiones se agotan y no nos piden que les mandemos al Séptimo de Caballería. Simplemente que no los olvidemos. Trato hecho.
Gonzalo Altozano
Por haber, hay hasta un malo, un Gobernador que juega al póquer con cartas marcadas, capaz de apañar chanchullos con los pieles rojas con tal de seguir mandando, aunque sea sobre una pila de cadáveres. Es cuando entran en escena Abascal y sus chicos, como Billy el Niño y su banda, sólo que sin revólveres, con un par, exigiendo para las víctimas Memoria, Dignidad, Justicia... y que se cumpla la Ley, osadía por la cual han puesto precio a su cabeza. Porque en este western rodado en Vascongadas y no Almería la sangre no es ketchup y las balas matan de verdad.
Nacidos el mismo año, los dos hemos puesto nuestra pluma marca Winchester al servicio de España. Pero mientras yo tecleo desde una redacción instalada en un cómodo edificio de oficinas en el Paseo de la Castellana, él lo hace desde un fuerte asediado por los indios, en pleno territorio comanche. Las balas silban, las provisiones se agotan y no nos piden que les mandemos al Séptimo de Caballería. Simplemente que no los olvidemos. Trato hecho.
Gonzalo Altozano
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