'Rebeldes' subvencionados
Carmen Calvo, nuestra inefable ministra de Cultura, ha defendido el papel de la Administración en el fomento de la Cultura "para que puedan seguir existiendo nuevos quijotes transgresores como los hip-hop o los grafiteros". Sé que citar a la ministra es un medio barato de echar unas risas, pero no es esa mi intención al citar aquí sus palabras. Ni siquiera me interesa ahora comentar la risible demagogia de comparar el Quijote con una moda importada y pasajera y con actos vandálicos que convierten las fachadas de nuestros edificios en desahogo expresivo de gamberros.
Lo realmente significativo está en la plabra 'transgresores'. Los 'baby-boomers', la generación más malcriada y egocéntrica de la historia, los que ahora peinan las primeras canas y ocupan los cargos de poder, lo quieren todo y su contrario, comerse la tarta y guardarla para luego. Aspiran a mantener todas las comodidades y prebendas del poder, todos los beneficios del establishment, mientras reivindican el aura romántica de la rebeldía y la insurgencia. Han creado, así, la transgresión oficial, la rebeldía de diseño prêt-à-porter, la insurrección por decreto, el inconformismo de BOE y la revolución institucional.
Son los mismos que, de adolescentes, arrebataron a sus padres la voz y la palabra al grito de "nunca confíes en nadie mayor de treinta", y que ahora, pasados los cuarenta, condenan a sus (escasos) hijos al inmovilismo porque la modernidad son ellos por definición, los del 68, de una vez para siempre. En todas las épocas se ha usurpado el poder; sólo en la nuestra se usurpa, al mismo tiempo, la oposición.
Nada de esto, naturalmente, tiene que ver con la realidad, que no se construye por decreto y que se basa en el principio de no contradicción. La rebeldía es, por definición, contra el poder, y éste no puede regularla ni, mucho menos, decretarla y subvencionarla. A los verdaderos rebeldes, el poder los ningunea, los desprecia y los acosa. ¿Tengo que decir ahora quiénes somos los rebeldes?
Lo realmente significativo está en la plabra 'transgresores'. Los 'baby-boomers', la generación más malcriada y egocéntrica de la historia, los que ahora peinan las primeras canas y ocupan los cargos de poder, lo quieren todo y su contrario, comerse la tarta y guardarla para luego. Aspiran a mantener todas las comodidades y prebendas del poder, todos los beneficios del establishment, mientras reivindican el aura romántica de la rebeldía y la insurgencia. Han creado, así, la transgresión oficial, la rebeldía de diseño prêt-à-porter, la insurrección por decreto, el inconformismo de BOE y la revolución institucional.
Son los mismos que, de adolescentes, arrebataron a sus padres la voz y la palabra al grito de "nunca confíes en nadie mayor de treinta", y que ahora, pasados los cuarenta, condenan a sus (escasos) hijos al inmovilismo porque la modernidad son ellos por definición, los del 68, de una vez para siempre. En todas las épocas se ha usurpado el poder; sólo en la nuestra se usurpa, al mismo tiempo, la oposición.
Nada de esto, naturalmente, tiene que ver con la realidad, que no se construye por decreto y que se basa en el principio de no contradicción. La rebeldía es, por definición, contra el poder, y éste no puede regularla ni, mucho menos, decretarla y subvencionarla. A los verdaderos rebeldes, el poder los ningunea, los desprecia y los acosa. ¿Tengo que decir ahora quiénes somos los rebeldes?
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home