lunes, mayo 16, 2005

La arbitrariedad del mando

De vez en cuando, una amigo de mi padre sorprendía a alguno de sus hijos con castigos o premios absolutamente desproporcionado a lo que hubieran hecho o merecieran. Lo hacía, según él, "para acostumbrarlos a la arbitrariedad del mando".

Años después he podido comprobar que el Poder necesita aplicar medidas que impidan a los gobernados encontrar un sentido unitario y coherente en la filosofía de los gobernantes, de manera que se sepan siempre regidos por mandos arbitarios y no por una ideología o filosofía identificable.

La campaña represiva antitabaco se compadece mal con todo lo que este Gobierno y otros del estilo predican y aplican. El tabaquismo produce ingentes beneficios fiscales y alivia la carga financiera de la Seguridad Social -destinada a una crisis inevitable y cercana- al acortar la esperanza de vida de la peña.

Por supuesto, uno puede figurarse una ideología que prime la salud de los gobernados sobre cualquier otra consideración, como la autonomía individual, pero entonces se desincentivaría con más motivo la promiscuidad y las relaciones homosexuales, por ejemplo. Es desconcertante que un Poder que permite sin problemas el asesinato de niños en el vientre de la madre, que busca deshacerse de impedidos y viejos enfermos, que aplaude estilos de vida abiertamente autodestructivos, se preocupe tan rabiosamente por nuestros pulmones.

La arbitrariedad del mando.