martes, julio 05, 2005

La progresía y sus mascotas

“Libertad” e “independencia” son dos palabras que la izquierda al uso ama tanto como aborrece lo que significan. Los ungidos de la progresía necesitan grupos de desvalidos y desamparados que proteger y guiar con su superior sabiduría, y su mayor pesadilla es un mundo de seres libres e independientes que no les necesiten.

Lejos de fomentar en sus ‘grupos mascota’ (por emplear una nomenclatura tan cara a mi amigo Enrique de Diego) la autoconfianza y el esfuerzo, tratan de perpetuar su situación de desamparo, real o sentido, para convertirlos en bases estables de su poder e influencia, ‘voting blocs’ virtualmente inamovibles. No quiera Dios que las mujeres decidan lograr por su cuenta la equiparación con el varón, a la manera que elijan y en los términos que mejor les parezca, no vaya a ser que los institutos de la mujer nacionales y autonómicos se quedaran sin su bicoca; que no se les ocurra a inmigrantes, homosexuales, habitantes de ‘comunidades históricas’, trabajadores y demás hacer de su capa un sayo y salirse de la línea oficial por su cuenta y riesgo. Lo que tienen que hacer es repetir las consignas de la manada, firmar en la línea de puntos y alargar la mano.

Por eso siempre tendremos África, el ‘Continente 10’ para la progresía, donde puede ejercer su arrogante agit-prop de ayudas y conciertos contra la pobreza mientras se le niega, vía PAC, el derecho a ayudarse a sí misma vendiendo bienes agrícolas al Primer Mundo a precios de mercado.