El mundo, un servidor y... ¿cómo era lo otro?
Apreciado Isacarón: Sé que el tema te aburre -nos aburre y nos desconcierta a todos, tanto como obsesiona y entretiene a los mortales-, pero tenemos que hablar de sexo, aunque sólo sea para que comprendas con precisión nuestra postura oficial.
Los teólogos tradicionales solían hablar de tres enemigos del alma, el mundo, la carne y un servidor. Ahora, el alma se ha quedado sin enemigo -salvo, quizá, las 'religiones organizadas', ya me entiendes-: tú y yo, apreciado sobrino, hemos dejado oficialmente de existir; el mundo es el que dicta las (deliciosamente cambiantes) modas morales que toda religión debe seguir a riesgo de quedarse -¿cómo es la palabra?- 'obsoleta'; y la carne... Estaba por decir que la carne ha salido totalmente de las tablas y que ya no es objeto, para bien o para mal, de consideraciones morales. Pero eso sería mentir, y eso lo hago siempre que la verdad no sea más divertida. La carne -el cuerpo- sí es objeto de numerosos e inflexibles mandamientos: no fumarás, no abusarás de las comidas grasas, controlarás los niveles de colesterol y triglicéridos... Esas cosas. Pero en la fuente de la vida, el sexo, el único pecado concebible para la mentalidad moderna es reprimir o restringir lo más mínimo cualquier deseo o capricho, por disparatado, desleal o nocivo que resulte.
Auque te cueste, confía en la lujuria en caso de emergencia: tu pupilo no se planteará siquiera luchar contra una tentación que le han enseñado a ver como el bien supremo.
Asmodeo
Los teólogos tradicionales solían hablar de tres enemigos del alma, el mundo, la carne y un servidor. Ahora, el alma se ha quedado sin enemigo -salvo, quizá, las 'religiones organizadas', ya me entiendes-: tú y yo, apreciado sobrino, hemos dejado oficialmente de existir; el mundo es el que dicta las (deliciosamente cambiantes) modas morales que toda religión debe seguir a riesgo de quedarse -¿cómo es la palabra?- 'obsoleta'; y la carne... Estaba por decir que la carne ha salido totalmente de las tablas y que ya no es objeto, para bien o para mal, de consideraciones morales. Pero eso sería mentir, y eso lo hago siempre que la verdad no sea más divertida. La carne -el cuerpo- sí es objeto de numerosos e inflexibles mandamientos: no fumarás, no abusarás de las comidas grasas, controlarás los niveles de colesterol y triglicéridos... Esas cosas. Pero en la fuente de la vida, el sexo, el único pecado concebible para la mentalidad moderna es reprimir o restringir lo más mínimo cualquier deseo o capricho, por disparatado, desleal o nocivo que resulte.
Auque te cueste, confía en la lujuria en caso de emergencia: tu pupilo no se planteará siquiera luchar contra una tentación que le han enseñado a ver como el bien supremo.
Asmodeo
1 Comments:
Como siempre, excelente. Es lo que más me gusta de tu blog... muy original.
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