Se prohíbe pensar
Cuando el sistema es perfecto y está pensado para lograr la felicidad universal, disentir no es meramente un error, sino un crimen o una patología. No es necesario razonar con el disidente, igual que no se razona con un loco o un asesino: se le interna o se le suprime, sin más.
Hasta el pasado siglo, los pensadores tenían que confiar en la fuerza de los argumentos para sostener sus doctrinas. Podían recurrir, naturalmente, al ataque personal contra alguno de sus contradictores, pero no contra todos. Y en esto llegaron dos gigantes, Marx y Freud, que incluyeron en sus sistemas un 'mecanismo de seguridad' que descalificaba automáticamente a sus contradictores. Toda la realidad, decía el primero, es mera superestructura del verdadero cogollo, la lucha de clases y la propiedad sobre los medios de producción, de modo que los argumentos contrarios al marxismo no hacen más que racionalizar intereses de clases. Para Freud, cualquier ataque contra el psicoanálisis era una prueba de neurosis en el disidente. El subconsciente desea, y la mente consciente no hace sino racionalizar esos deseos en forma de argumentos.
La progresía ha asimilado perfectamente este sistema de ‘no argumentación’, perfeccionándolo hasta el extremo. Ha creado un completo ‘newspeak’, una jerga orwelliana que les exime de argumentar. Calificar de ‘fascista’, ‘ultra’, ‘fundamentalista’ o ‘radical’ es mucho más eficaz -e infinitamente más cómodo- que emplear hechos incontestables y argumentos bien trabados en la discusión. La última joya léxica es ‘homófobo’. No importa que estemos hablando de una realidad que la propia izquierda ha condenado durante siglos o que ni una sola civilización haya reconocido jamás un imposible matrimonio homosexual. Cualquier cosa que no sea una servil y minuciosa aceptación de todo el ideario gay nos convierte en ‘homófobos’, es decir, psicópatas que tienen un miedo irracional a la homosexualidad derivado de tendencias homosexuales no asumidas. A Stalin se le caería la baba con semejante invento.
Hasta el pasado siglo, los pensadores tenían que confiar en la fuerza de los argumentos para sostener sus doctrinas. Podían recurrir, naturalmente, al ataque personal contra alguno de sus contradictores, pero no contra todos. Y en esto llegaron dos gigantes, Marx y Freud, que incluyeron en sus sistemas un 'mecanismo de seguridad' que descalificaba automáticamente a sus contradictores. Toda la realidad, decía el primero, es mera superestructura del verdadero cogollo, la lucha de clases y la propiedad sobre los medios de producción, de modo que los argumentos contrarios al marxismo no hacen más que racionalizar intereses de clases. Para Freud, cualquier ataque contra el psicoanálisis era una prueba de neurosis en el disidente. El subconsciente desea, y la mente consciente no hace sino racionalizar esos deseos en forma de argumentos.
La progresía ha asimilado perfectamente este sistema de ‘no argumentación’, perfeccionándolo hasta el extremo. Ha creado un completo ‘newspeak’, una jerga orwelliana que les exime de argumentar. Calificar de ‘fascista’, ‘ultra’, ‘fundamentalista’ o ‘radical’ es mucho más eficaz -e infinitamente más cómodo- que emplear hechos incontestables y argumentos bien trabados en la discusión. La última joya léxica es ‘homófobo’. No importa que estemos hablando de una realidad que la propia izquierda ha condenado durante siglos o que ni una sola civilización haya reconocido jamás un imposible matrimonio homosexual. Cualquier cosa que no sea una servil y minuciosa aceptación de todo el ideario gay nos convierte en ‘homófobos’, es decir, psicópatas que tienen un miedo irracional a la homosexualidad derivado de tendencias homosexuales no asumidas. A Stalin se le caería la baba con semejante invento.
10 Comments:
Me gustan los temas que tratás, segúí que te leemos bastante. Gracias!
Sebastián, muchas gracias, seguiré escribiendo.
¿Eres argentino? ¿Sabes que este blog se llama "Cartas a mi tío de América" porque son un medio para que me lea mi tío desde Argentina?
Un saludo
¿Cómo te diste cuenta que soy argentino, pibe? jeje
La verdad es que no imaginaba que el título venía por ahí, creía que se refería a algo más críptico, me gusta la simpleza del nombre. Además, los argentinos no nos identificamos comúnmente con la palabra "Americano", no sé porqué será, o quizá sí sepa porque pero es un tema para largo.
Fuerza!
Ya, Sebastián, pero en España el "tío de América" representa toda una institución. El desconocido "tío de América" era el 'deus ex machina' que, muriéndose, podría sacarnos de la ruina con una inexperada herencia.
Quería decir "inesperada"
Bueno, gracias por desasnarme, ahora se entiende mejor.
No se por qué, a pesar de haberlo visto linkeado en varias listas de blogs afines, nunca había recalado en este blog hasta hoy.
Mis argentinas felicitaciones
El tío
Digo lo mismo que el ultimo comentarista...
...y te seguiré la pista.
Un saludo
Es el primer día que entro en tu blog. Me he leído unos cuantos posts y son muy buenos. No con todos estoy de acuerdo, pero eso es lo de menos. Con este en que te escribo el comentario estoy totalmente de acuerdo. Un poco harta ya de que me cuelguen etiquetas "retrógrada" "radical" "derechona". Estos son sólo algunos de los "halagos" que me dedican algunos compañero de trabajo. todos ellos muy progres, eso sí, y muy intelectuales. Sin embargo no he recibido de ellos ninguna argumentación lógica de las cosas que defienden. Pero he procurado ser educada y no regalarles algunos calificativos que me he tenido que tragar. Muy interesante el blog. Felicidades. Te seguiré leyendo
Me uno a los comentarios anteriores, qué gran descubrimiento. Sigue así Bosco, no hay nada mejor que hacer pensar a la gente...
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