jueves, julio 07, 2005

Pólvora del rey

El otro día escuché de pasada una conversación cuya conclusión me escandalizó. Una compañera se lamentaba de la alta proporción de su sueldo que había tenido que pagar en concepto de impuestos. Hasta ahí, bien. Pero al final la joven se consolaba con esta idea: “Pero, bueno, si me lo han quitado, es que no me pertenecía”. ¿¿Perdón??

Uno pensaba que la idea de que Hacienda somos todos no se la creían ya ni los parvulitos, pero parece que está bastante extendida. Así, abundan quienes creen que el fruto de su trabajo pertenece por derecho a las autoridades públicas, para que éstas hagan con el dinero lo que tengan a bien, sin limitación legal alguna y sin dar cuentas directas de lo que hacen con nuestros fondos.

La nomenclatura lo oscurece todo en este asunto, y así es fácil olvidar que cuando se dice que “el Estado debería subvencionar” esto o lo otro, lo que se está diciendo es que Paco, María, Pepe, etcétera deben ceder forzosamente a Manolo parte de su dinero. Si nos acostumbráramos a pensar en esos términos -en los términos reales-, probablemente veríamos con menos indeferencia la alegría con que gastan nuestros gobernantes.

Con ser grave, el expolio organizado en que se acaba convirtiendo la acción de gobierno no es lo peor; lo peor es que gastar lo que no se ha producido, disparar con pólvora del rey, es la mejor receta para el despilfarro. ¿Alguien cree que si cada visitante hubiera tenido que pagarse de su dinero el viaje habrían ido tantas personas representando a Madrid en Singapur, en el intento fallido de lograr que la capital española fuera sede olímpica en 2012? Hablo del caso porque está fresco y porque todo ha quedado en nada. Aquí paz y después gloria y, vale, no nos han dado la sede olímpica, pero ¿y lo bien que lo hemos pasado en Singapur?

No pretendo que los políticos gasten sólo el dinero que ganan; me conformo con que lo gasten recordando que alguien lo ha ganado.