martes, noviembre 08, 2005

Nada arde como la 'madera de santo' (carta del diablo)

Apreciado Isacarón:

Lo que los mortales llaman ‘bocato di cardinale’ es para nosotros un buen bocado de ‘santo’. No te asustes y fíjate en las comillas: no me refiero, claro, a las almas que están ya con Él. Tampoco me refiero a la legión de quienes hacen lo contrario de lo que predican y a quienes el mundo, que no da una, llama equivocadamente hipócritas. Un hipócrita no es quien hace lo contrario de lo que predica; eso es ser, sencillamente, débil y pecador. Un incoherente, vamos, que es lo que todos ellos son en algún momento de su vida. Un hipócrita es el que predica lo contrario de lo que cree.

No, lo más bonito es hacerse con el que está bien formado, tiene virtudes, ha vencido o vence habitualmente las tentaciones del mundo -las ideas de moda, las apariencias, el poder- y las de la carne. ¡Incluso reza! No desesperes con ése; recuerda a Juan Crisóstomo con aquello de que ‘un carro cargado de pecados y conducido por la humildad lleva al cielo, y un carro cargado de virtudes y conducido por la soberbia lleva al infierno’. Ataca por ahí.

Hazle ver lo condenadamente bueno que es, que vea a su vecino holgazanear mientras él trabaja, ir de fulanas mientras él se mantiene fiel, torcerse y vacilar con los vientos de este mundo mientras él es fiel, y constante... Y tan bueno. No es difícil, porque siempre es más fácil engañar con la verdad. Paciencia, y verás torcerse su gesto como el del hermano mayor del hijo pródigo, reclamando su ternero cebado.

Asmodeo