lunes, febrero 06, 2006

¿Y si fuera...?

Ya conocen la noticia, cómo Leo Bassi, después de ofender a los cristianos con su sátira blasfema La revelación, tuvo que refugiarse en Riyadh y pedir protección a las autoridades saudíes contra los miles de católicos que en capitales de todo Occidente han jurado no descansar hasta ejecutar al impío. Las manifestaciones espontáneas que han estallado en cientos de ciudades de Europa y Estados Unidos, en las que se han quemado efigies representando a Bassi, se producen poco después de que el Vaticano, que ha exigido disculpas públicas por parte de los propietarios y patrocinadores del teatro en el que se estrenó la obra blasfema, lanzara una bula en la que se instaba a todos los fieles a acabar con la vida de Íñigo Ramírez de Haro, autor de una obra deleznable y odiosa cuyo nombre no podemos reproducir, prometiendo la vida eterna a quienes lograran ejecutar al infiel. Tras la detención y fulminante encarcelamiento de un grupo de musulmanes que se reunía a rezar en un garaje abandonado que usaban como mezquita, las autoridades eclesiásticas anunciaron la construcción en Jedah, Arabia Saudí, de la mayor catedral cristiana en tierras infieles, superando la Iglesia de la Trinidad recientemente construida en Islamabad.

Suena disparatado, ¿verdad? Pero no se me ocurre nada mejor que esta reducción al absurdo para mostrar cómo toda equivalencia moral entre el Occidente postcristiano y el mundo islámico es sólo un chiste macabro. Y, sin embargo, de hacer caso a los progres entreguistas del pensamiento único, los casos de discriminación antimusulmana en Occidente vienen a ser, mutatis mutandis, semejantes o incluso peores que el anticristianismo militante del mundo musulmán.