viernes, enero 13, 2006

El complejo del PP

No acertar nunca es casi tan prodigioso como acertar siempre, y en ese sentido podemos decir que en España tenemos una oposición prodigiosa. Gobierne o se oponga, al Partido Popular parece que le ha mirado un tuerto, si no en la sensatez de sus medidas o en la eficacia de su acción política -que de todo hubo cuando gobernaron-, sí en la cosa de la imagen, en el cómo quedan, para entendernos. Y quedan casi siempre como la chata de Pumarín, consiguiendo sus reacciones el asombroso logro de cabrear a tirios y troyanos, a los de aquí y a los de enfrente.

Hay que decir que no todo el mérito es suyo, y que la prensa del Movimiento, siempre solícita, pone su granito de arena sacándoles del lado malo y cogiendo cada frase por donde quema.

Aun así, es cosa de encantamiento. Cuando se debatía la ley de equiparación de uniones homosexuales con el matrimonio, consiguieron el ‘tour de force’ de quedar como savonarolas quemasodomitas a los ojos del lobby gay y adláteres por llevar a declarar como experto a Aquilino Polaino, y como compañeros de viaje de la mafia rosa al desautorizarle. Ni carne ni pescado, ni chicha ni limonada.

Ahora repiten. Pregunten, pregunten sobre el PP en relación al arresto del Teniente General Mena. Los unos le dirán que los populares estaban poco menos que detrás del pronunciamiento, que se les ve la afición de siempre a la música militar, mientras que los otros ya denuncian que la Oposición ha dejado a los militares constitucionalistas con el culo al aire.

Querer complacer a todos es el camino más rápido y seguro para no complacer a nadie, y al PP le pierde el complejo, la envidia de progresía, que le lleva a hacer seguidismo de las políticas a las que dice oponerse, de modo que primero critican las medidas del PSOE que luego asumen como gobierno. Y para eso, ya está el propio PSOE.