miércoles, marzo 08, 2006

A capón

Uno agradecería un poco de escepticismo, de laicismo del bueno. Esta teocracia sin dios, con dogmas tan rígidos que ni siquiera necesita defender, resulta asfixiante. Hombres y mujeres tienen plena igualdad legal. Pero no están representados en proporciones idénticas en todos los sectores. Un legislador sensato concluiría que quizá los deseos, aptitudes y actitudes de hombres y mujeres quizá no sean matemáticamente idénticos, después de todo. No sé, cierto agnosticismo reverente ante la complejidad humana. Pero eso sería dudar del dogma, algo que estos fanáticos no se permiten. Por eso hay que forzar los resultados, meterlos a capón. Y si la realidad no es así, tanto peor para la realidad.