miércoles, marzo 08, 2006

Mi pie izquierdo

De un tiempo a esta parte se ha impuesto al fin la postura progresista y paritaria que viene a poner fin al prejuicio simplista, anticuado y discriminatorio según el cual los dos pies son distintos.

Ya debería habernos alertado de esta secular injusticia el hecho de que el pie derecho y el izquierdo parecen distintos, lo que en nuestros tiempos casi equivale a una prueba irrefutable de que son iguales. En efecto, los antipodistas han concluido en sus afamadas soflamas que si el pie izquierdo y el derecho parecen diferentes es, exclusivamente, por una cuestión cultural; constituye, en definitiva, una imposición de los pododextristas tan machacona y abrumadora a lo largo de los milenios que ha llegado a convertirse en una segunda naturaleza, una injusticia que seguimos practicando inconscientemente desde que nacemos. La gran industria zapatera, naturalmente, refuerza esta diferencia artificial por sus propios intereses espurios e inconfesables.

Por eso, somos los primeros en aplaudir la valiente iniciativa del Gobierno de aprobar la Ley de Paridad Podológica, que viene a poner fin a milenios de falsa distinción. La irresponsable doctrina libertaria, partidaria de que sea la gente, el propio mercado, quien decida si quiere tratar igual o no a sus dos pies se basa en la ya mil veces rebatida falacia capitalista, que niega el papel del Gobierno como recitificador de las injusticias del mercado, imperio del fuerte sobre el débil.

La única manera de resolver este agravio histórico es la defendida por el Gobierno: la obligatoriedad de hacer zapatos idénticos para los dos pies. Si se producen situaciones de incomodidad, no olviden que son los dolores de parto de un mundo más justo, y que cuando el pie izquierdo supere la falsa posición a la que ha sido sometido a lo largo de la historia podrá contribuir en pie (nunca mejor dicho) de igualdad con su compañero derecho en el caminar humano. Es nuestro deber denunciar los intentos de volver a distribuciones de calzado ya superadas, de modo que pueda decirse: “ese hombre tiene dos pies izquierdos”.