jueves, febrero 09, 2006

Mentiras arriesgadas

El mundo musulmán nos ha tomado la medida. Huele nuestro miedo, nuestro vacío, nuestra absoluta falta de compromiso con la verdad o con los principios que decimos respaldar. Y el espectáculo que estamos dando y están dando nuestros gobiernos en la absurda crisis de las caricaturas tendrá, por fuerza, que confirmar todas sus intuiciones. En las precipitadas protestas de Occidente, en los mensajes de supuesta solidaridad con sus sentimientos religiosos ofendidos, ¿qué pueden leer, sino miedo, cuando han visto miles de veces a nuestras elites aplaudir y subvencionar la ridiculización de nuestras propias creencias? ¿Cómo van a creer que de verdad condenamos ‘moralmente’ las inocuas caricaturas de Mahoma cuando alabamos como ‘transgresores’ y ‘audaces’ a supuestos artistas que sumergen un crucifijo en un orinal o impregnan de heces de elefante una imagen de la Virgen?

En esta polémica, los dos lados mienten. Las caricaturas danesas no ofendieron a nadie, por la sencilla razón de que en Riad se lee poco el Jyllands Posten, y la prueba es que se publicaron el 20 de septiembre y la indignación estalla ahora. Han tenido que ser las autoridades de varios países musulmanes los que comuniquen la necesidad de indignarse, en comunicados que se parecen sospechosamente a esos carteles que usan las televisiones para decirle al público del plató cuándo tiene que aplaudir. Si no, ¿cómo se explica la súbita proliferación de banderas danesas –listas para quemar- en remotas poblaciones de Paquistán o Egipto? No sé ustedes, pero si mañana nos ofendiera, digamos, Kuwait, yo no sabría muy bien adónde dirigirme para adquirir banderas kwaitíes que quemar. En las tiranías árabes, donde no se mueve una mosca sin permiso oficial, las manifestaciones que hemos visto en la pequeña pantalla tienen tantas posibilidades de ser ‘espontáneas’ como de que el rey de Arabia se haga mormón.

Pero en nuestro lado la mentira es, si cabe, más patética, porque es hija de la cobardía más abyecta. No respetamos el Islam. De hecho, como en el chiste, ni siquiera respetamos nuestra religión, que es la verdadera, mucho menos vamos a respetar una de fuera. Pero con la ‘nuestra’ –nuestra no porque creamos ya en ella como civilización, sino porque nos ha dado nuestra particular visión del hombre y del mundo- todo vale, por la muy repugnante razón de que nadie va poner precio a nuestra cabeza por burlarnos de lo sagrado cristiano, porque de la befa y ridiculización de las creencias católicas sólo podemos esperar aplausos, subvenciones, premios y unas inofensivas protestas que añadirán lustre a nuestro prestigio de hombres cultos e ilustrados, libres de prejuicios y caducas supersticiones.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Con tanta información como hay en internet, con tantos opinadores como pueblan los periódicos. ¿cómo es posible que consigas ser siempre original, aportar algo que el resto no ha visto? "Cartas a mi tío de América" se está convirtiendo, al menos para mí, en una visita tan imprescindible como grata.
Osonobishobi

12:29 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home