jueves, marzo 23, 2006

Muertos a pie de página

Dios, decía Charles Péguy, sólo sabe contar hasta uno. No ve masas, no ve conjuntos, ni colectivos: eso es una limitación nuestra. Ha creado amorosamente cada individuo como si sólo existiese él en toda la Creación; se ha hecho hombre y ha muerto por él como si fuese el único. Cada uno es infinitamente precioso.

Pero nosotros no somos Dios. Para nosotros -especialmente, nosotros los periodistas- hay muertos de primera, de segunda y de tercera. Hay muertos de portada y titular y muertos que no dan ni para un breve. Mientras escribo esto, la banda terrorista ETA ha declarado una tregua permanente. Hay algo tremendamente obsceno en una patulea de asesinos que ‘luchan’ matando inocentes con bombas y tiros en la nuca adoptando un lenguaje militar. Y algo infinitamente desolador en un Gobierno que se declara implícitamente vencido por estos gánsteres y se aviene a negociar con ellos la rendición. Porque no es otra cosa, como se hará trágicamente evidente en los próximos meses.

Hay que reconocer que, como guerra, el terrorismo etarra es la más eficiente a los costes. Cuando España quiso independizarse de Francia, necesitó muchas batallas de verdad en pocos años, ejército, miles de muertos y pueblos devastados. A ETA se le somete un país moderno y rico de más de cuarenta millones de habitantes a un ‘precio’ de menos de mil bajas en más de treinta años. Sé que suena despiadado, pero Napoleón lo encontraría barato.

Pero me estoy desviando de lo que quería decir. Quería, en realidad, recordar que esta misma cifra, mil muertes, muertes violentas y evitables, es la de los subsaharianos ahogados intentando llegar a Canarias -al Primer Mundo, a la tierra de las oportunidades- y ninguneados por el ministro del Interior al callar su terrible destino. Conocemos los nombres y las historias de todos los asesinados por ETA, y ni un solo nombre -ni un rostro, ni una biografía- de estos africanos. Mil. Mil partos, mil destinos, mil esperanzas, mil sueños, mil ambiciones, mil miedos. Pero todos ellos no dan para una portada.