viernes, marzo 23, 2007

No hay derecha

Una de las pruebas de que la manida división política de derechas e izquierdas es poco más que una trampa léxica es que, mientras la izquierda existe y se la puede definir grosso modo, apuntando algunas características comunes a todas sus ‘tribus’, la derecha, como Dios, sólo puede definirse por lo que no es. La izquierda se mueve al unísono; uno puede calcular de antemano cómo reaccionará la izquierda ante un hecho nuevo, y desde, digamos, la protesta incendiaria de los comunistas enragés hasta las moderadas reservas de los socialdemócratas, todas sus respuestas seguirán una línea, una tendencia. A veces, casi sería más propio denominarlo directamente una consigna.


La derecha, en cambio, sólo existe en el sentido de que así llama la izquierda a todo lo que no reconoce como propio, pero desafío a que se me cite un sólo punto ideológico común a todas ‘las derechas’. ¿Cómo puede agruparse bajo un mismo nombre a quienes creen que el Estado debe serlo prácticamente todo -como el fascismo histórico- y quienes defienden que no debería ser prácticamente nada -los libertarios-? ¿Qué tienen en común un ‘neocon’ yanqui permanente envuelto en la bandera de las barras y estrellas, deseoso de que Estados Unidos invada Siria e Iraq e intervenga aquí y allá, aun a costa de que el sector público explote, y un libertario del núcleo duro, para quien el Estado es siempre lo peor, o un ‘paleocon’ que ve la raíz de todos los males de América en su manía de meterse donde no le llaman?


¿Qué, entre un ‘teocón’ de la derecha religiosa con un objetivista rabiosamente ateo?


La izquierda ha seguido el consejo de Gramsci y domina el discurso cultural, pero no admite apenas disenso o diálogo en sus filas. Lo otro, lo de fuera, no es ‘derecha’, no es un bloque ideológico: es el reino de la libertad política y de pensamiento.