Wishful thinking
-“Cuando yo uso una palabra -dijo Humpty Dumpty- esa palabra significa exactamente lo que quiero que signifique ...ni más ni menos.
-“La cuestión es -dijo Alicia- si se puede hacer que las palabras signifiquen cosas tan distintas.
-“La cuestión -replicó Humpty Dumpty- es saber quién manda. Eso es todo.”
(Alicia a través del espejo)
Es una pena que la expresión inglesa ‘wishful thinking’ no tenga una traducción satisfactoria en castellano, porque es la base intelectual de nuestro tiempo. ‘Wishful thinking’ es creer que las cosas son como deseamos que sean.
El clásico trataba de descubrir cómo son las cosas y adecuar a ellas su pensamiento y -más importante- su comportamiento. Ahora hemos dado la vuelta a ese esquema: actuamos como ‘nos sale’ y de ahí deducimos lo que debe ser.
Los ejemplos son infinitos. Digamos que estoy embarazada y no me viene bien, quiero deshacerme de ese embarazo. Matar a un ser humano que, además, es mi hijo es inexcusable, así que decreto que ‘aquello’ no es un ser humano sino un mero ‘material intrauterino’. ¿Ven qué fácil? O me encuentro con una chica más guapa y más joven que mi mujer, lo que me lleva a concluir que el divorcio es óptimo y que los hijos preferirán ver contento a su padre que seguir viviendo con unos progenitores cuando “el amor se ha terminado”. O descubro las bondades de la ‘muerte con dignidad’ cuando mi padre empieza a babear y se lo hace todo encima y ocupa una habitación en casa que me vendría estupendamente como despacho.
El problema es que la verdad tiene la funesta manía de levantar la cabeza cuando menos lo esperamos y tirarnos por tierra el chiringuito que han levantado nuestros instintos. Y la verdad es tan poco considerada con nuestros sentimientos, tan metepatas.
Puede convenir a nuestra contabilidad personal que dos más dos sean cinco, pero si aplicamos esa fórmula no debe extrañarnos luego que las cuentas no salgan.
El gobierno adolescente que tenemos, este gabinete de aprendices de brujo, son el máximo exponente de este ‘pensamiento desiderativo’. Como el Dios del Génesis, esperan que las cosas sean con sólo declararlas: “Hágase el matrimonio homosexual”, y el matrimonio homosexual se hizo. O se presenta el presidente ante los trabajadores de Izar y dice, con una sonrisa de oreja a oreja, que él va a solucionar la crisis de los astilleros. Así, sin planes, sin estudios, sin contratos ni presupuesto. Una sonrisa por toda garantía. Y el que venga detrás, que arree.
Y es que, para el Gobierno, la realidad es una consideración secundaria; lo importante, ya saben, es quién manda aquí.
Carlos Esteban (ALBA 17-C)
-“La cuestión es -dijo Alicia- si se puede hacer que las palabras signifiquen cosas tan distintas.
-“La cuestión -replicó Humpty Dumpty- es saber quién manda. Eso es todo.”
(Alicia a través del espejo)
Es una pena que la expresión inglesa ‘wishful thinking’ no tenga una traducción satisfactoria en castellano, porque es la base intelectual de nuestro tiempo. ‘Wishful thinking’ es creer que las cosas son como deseamos que sean.
El clásico trataba de descubrir cómo son las cosas y adecuar a ellas su pensamiento y -más importante- su comportamiento. Ahora hemos dado la vuelta a ese esquema: actuamos como ‘nos sale’ y de ahí deducimos lo que debe ser.
Los ejemplos son infinitos. Digamos que estoy embarazada y no me viene bien, quiero deshacerme de ese embarazo. Matar a un ser humano que, además, es mi hijo es inexcusable, así que decreto que ‘aquello’ no es un ser humano sino un mero ‘material intrauterino’. ¿Ven qué fácil? O me encuentro con una chica más guapa y más joven que mi mujer, lo que me lleva a concluir que el divorcio es óptimo y que los hijos preferirán ver contento a su padre que seguir viviendo con unos progenitores cuando “el amor se ha terminado”. O descubro las bondades de la ‘muerte con dignidad’ cuando mi padre empieza a babear y se lo hace todo encima y ocupa una habitación en casa que me vendría estupendamente como despacho.
El problema es que la verdad tiene la funesta manía de levantar la cabeza cuando menos lo esperamos y tirarnos por tierra el chiringuito que han levantado nuestros instintos. Y la verdad es tan poco considerada con nuestros sentimientos, tan metepatas.
Puede convenir a nuestra contabilidad personal que dos más dos sean cinco, pero si aplicamos esa fórmula no debe extrañarnos luego que las cuentas no salgan.
El gobierno adolescente que tenemos, este gabinete de aprendices de brujo, son el máximo exponente de este ‘pensamiento desiderativo’. Como el Dios del Génesis, esperan que las cosas sean con sólo declararlas: “Hágase el matrimonio homosexual”, y el matrimonio homosexual se hizo. O se presenta el presidente ante los trabajadores de Izar y dice, con una sonrisa de oreja a oreja, que él va a solucionar la crisis de los astilleros. Así, sin planes, sin estudios, sin contratos ni presupuesto. Una sonrisa por toda garantía. Y el que venga detrás, que arree.
Y es que, para el Gobierno, la realidad es una consideración secundaria; lo importante, ya saben, es quién manda aquí.
Carlos Esteban (ALBA 17-C)
1 Comments:
¡Juajuajuajuajuajuajuá! ¡Que me mondo! Un conservador dando lecciones de wishful thinking. ¡Pa mear y no echar gota!
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