Mercedes
Se llama Mercedes y es una verdadera máquina. Es pedagoga y educadora, pero de una manera muy especial, porque está ahí, enseñando y soportando a sus alumnos desde el mismo momento en que nacen hasta lo que se tercie, en un servicio 7-eleven: 24 horas al día, siete días a la semana.
Es financiera. Es verdad que maneja fondos bastante exiguos, pero los hace rendir de tal manera que parece cosa de magia, con un control de costes que para sí quisiera cualquier empresa del Ibex.
Es administradora, máxima responsable y organizadora de una unidad caótica e ingobernable que sólo gracias a su dedicación funciona como un reloj.
Se responsabiliza de lo grande y de lo pequeño, siempre con la cabeza en varias partes y las manos ocupadas, pero tiene tiempo para cualquiera que la necesite.
Todo lo anterior, con ser importante y agotador, no alcanza a resumir sus contribuciones más importantes, porque no se limita a trabajar en esta 'empresa' de seis miembros, no sólo la sostiene y le da vida, sino que ella misma la ha creado. Últimamente, con los cuatro niños ya en el colegio, se ha concedido un merecido descanso: ha empezado a trabajar fuera de casa.
Que me perdonen todos los y las profesionales: ninguno de nosotros puede, ni por el forro, contribuir a la sociedad con algo más grande e importante que un ser humano. Si al gozoso sacrificio de tener un hijo sumamos el esfuerzo diario de darles cariño, compañía, apoyo y toda una visión del mundo y de los hombres y las mujeres, hay que concluir que en esta semana, con el Día de la Mujer Trabajadora por medio, Mercedes -y con ella, todas las 'Mercedes' del mundo- se merece un homenaje.
Y lo merece, además, porque está sola en esto, porque forma parte de una minoría esencial, pero discriminada, ninguneada y despreciada por la cultura dominante. El Poder la llama parada y aprueba medidas para echarle de casa a cualquier precio. No entienden que ella sostiene la civilización.
Es financiera. Es verdad que maneja fondos bastante exiguos, pero los hace rendir de tal manera que parece cosa de magia, con un control de costes que para sí quisiera cualquier empresa del Ibex.
Es administradora, máxima responsable y organizadora de una unidad caótica e ingobernable que sólo gracias a su dedicación funciona como un reloj.
Se responsabiliza de lo grande y de lo pequeño, siempre con la cabeza en varias partes y las manos ocupadas, pero tiene tiempo para cualquiera que la necesite.
Todo lo anterior, con ser importante y agotador, no alcanza a resumir sus contribuciones más importantes, porque no se limita a trabajar en esta 'empresa' de seis miembros, no sólo la sostiene y le da vida, sino que ella misma la ha creado. Últimamente, con los cuatro niños ya en el colegio, se ha concedido un merecido descanso: ha empezado a trabajar fuera de casa.
Que me perdonen todos los y las profesionales: ninguno de nosotros puede, ni por el forro, contribuir a la sociedad con algo más grande e importante que un ser humano. Si al gozoso sacrificio de tener un hijo sumamos el esfuerzo diario de darles cariño, compañía, apoyo y toda una visión del mundo y de los hombres y las mujeres, hay que concluir que en esta semana, con el Día de la Mujer Trabajadora por medio, Mercedes -y con ella, todas las 'Mercedes' del mundo- se merece un homenaje.
Y lo merece, además, porque está sola en esto, porque forma parte de una minoría esencial, pero discriminada, ninguneada y despreciada por la cultura dominante. El Poder la llama parada y aprueba medidas para echarle de casa a cualquier precio. No entienden que ella sostiene la civilización.
1 Comments:
No entienden que ella sostiene la civilización. Magnífica frase. Enhorabuena, he disfrutado leyéndolo.
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