miércoles, septiembre 21, 2005

Carta a Esperanza Aguirre

Querida Esperanza

Acabo de leer que te has opuesto públicamente al recurso de inconstitucionalidad que tu partido va a presentar contra la ley de equiparación parejas homosexuales al matrimonio. No te parece oportuno “desde el punto de vista político”. Alegas que "no se interpretaría como lo que es, que es una cuestión de coherencia jurídica". Lo de menos en estos casos, al parecer, es que la ley se dé o no de bofetadas con la Constitución.

Uno, que no está ya en edad de creer en los Reyes Magos, tampoco cree que la política sea siempre la ‘vocación de servicio’ de la que se suele hablar ni que los políticos sean todos y necesariamente altruistas benefactores que sacrifican su tiempo en aras del bien común. Uno entiende que, en una democracia de partidos, hay, además del afán por hacer el bien, intereses (legítimos y de los otros), cálculos electorales y consideraciones de imagen.

Lo desconcertante, lo inusual, es encontrar un político que, como tú acabas de hacer, reconoce oponerse a una actuación política que considera justa por razones de imagen. Cualquiera pensaría que admitiéndolo se consigue lo contrario de lo que se pretendía, y que aquello de “no lo van a entender como lo que es” parece un modo bastante poco sutil de llamarnos tontos, pero debo admitir que admiro tanta candidez en público.

Vamos a suponer que es cierto, que la legalidad es una consideración menor comparada con la imagen electoral, y que “no vamos a entenderlo”. Dicho crudamente: ¿gana o pierde votos el Partido Popular con esta medida?

Tú apuestas por que pierde. No estás sola en tu partido. Hay un sector no despreciable en el Partido Popular que cree que puede inclinarse definitivamente a la izquierda, en una carrera desaforada con el PSOE a ver cuál es más ‘modelno’ y progresista, porque a la base, a los votantes de toda la vida, como a los pobres en el Evangelio, “los tendréis siempre entre vosotros”. Es la derecha acomplejada, la derecha que no se atreve a decir su nombre, que le ha concedido tácitamente a la izquierda la primacía de la cultura y el progreso y mendiga un puesto en la mesa de la esclarecida progresía.

Pero eso no funciona así y los números no salen. Los que piensan que la familia es como un chicle que puede estirarse indefinidamente y que vale igual ocho que ochenta; los que quieren hacer tabula rasa con una civilización milenaria; los que creen más en la subvención y la ubre pública y en que papá Estado les saque las castañas del fuego que en la libertad, el esfuerzo personal y lo que siempre se ha entendido por familia, ésos ya tienen su partido, el PSOE, y no lo van a cambiar por unos tímidos, tibios y descorazonados guiños a la izquierda del PP.

Los números: el PSOE cifraba en cuatro millones los que esperaban anhelantes la aprobación de esta ley. Han pasado dos meses y no parece que haya interminables colas en ayuntamientos y juzgados: sólo 22 parejas. Esto significa que sólo dos de cada cien parejas homosexuales de las 10.474 que el Instituto Nacional de Estadística (INE) tiene censadas se han decidido a dar el paso. La proporción es aún más menor comparada con la media de 35.000 parejas «heteros» que se han casado en el margen de dos meses que lleva en vigor la ley. Si eso no es demanda social, que venga Dios y lo vea...

Esperanza, créeme: el PP no va a ganar votos –ni siquiera va a mantener los que tiene- a base de convertirse en un PSOE light. Ningunear a las bases es mala política a largo plazo y ni siquiera da réditos políticos a corto. Has dado sobradas pruebas, Esperanza, de amor a la libertad, de falta de complejos y claridad de ideas. No caigas ahora en la absurda trampa del “yo soy más progre que tú”.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Me gustaría saber porqué pretendes hacernos comulgar con ruedas de molino. No mezcles, en pro de tu prosa, temas que no tienen nada que ver, tales como la posibilidad de que los homosexuales puedan casarse o el fin de la 'familia tradicional'. La familia tradicional no va a verse en absoluto afectada porque los homosexuales puedan legalizar una situación que ya se da. Ellos no iban a casarse con una persona de distinto sexo al suyo por no poder hacerlo con una del propio. Ninguna familia ha dejado de formarse. Ser homosexual no es una enfermedad contagiosa que pueda 'extenderse' por la ciudad, los que lo sean lo seguirán siendo, del mismo modo que harán los 'heteros'.
Si la 'familia tradicional', concepto que realmente me encantaría que definieras, se ve afectada no debes buscar razones en los 'invertidos' que tanto parecen irritarte. Quienes las componen son 'heteros', habla con nosotros y pregúntanos porqué hemos dejado de reproducirnos, de casarnos antes de los 35, de confiar en el 'método Gino' para evitar tener hijos, porqué no todos corremos y nos apuntamos al Opus, porqué ya no vamos a misa los domingos o porqué hemos dejado de peinarnos con la raya al lado.
Buenos días y BIENVENIDO AL S.XXI.
Habla con tu tío de América, quizás él pueda hablarte un poco del futuro.

8:44 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home