miércoles, septiembre 14, 2005

La piedad peligrosa

Pocos refranes hay más idiotas que aquel de que “de buenas intenciones está empedrado el infierno”. Si de algo no puede estar empedrado el infierno es, precisamente, de buenas intenciones. La nuestra no es una religión de logros, y el ‘se esfuerza’ vale tanto como el ‘progresa adecuadamente’.
En política, en cambio, las buenas intenciones, por sí solas, no sólo no sirven de nada, sino que muy a menudo son la excusa perfecta de la tiranía y la máscara del totalitarismo. La compasión, una virtud tan admirable en el individuo, es sentimiento muy peligroso en el gobernante. En democracia, los políticos son nuestros empleados, los administradores de ciudadanos libres que arreglan por sí mismos la mayor parte de sus asuntos. El hombre público que se escuda en la compasión, por contra, tiende a ver en los ciudadanos niños incapaces a los que hay que guiar por un estrecho camino, con leyes minuciosas y prohibiciones omnipresentes, ‘por su propio bien’.

Las consecuencias de esta visión de la labor de gobierno están en todas partes, y se han hecho dramáticamente visibles en el caso de Nueva Orleans. El desastre ha dado para mucho y se ha escrito hasta la saciedad del fallo de las autoridades municipales, estatales y federales, que no supieron evitar que una tragedia sobradamente anunciada en el primer país de la tierra se convirtiera en una pesadilla tercermundista con miles de muertos. Pero, ¿por qué se quedaron los que acabaron ahogados? Había tiempo de sobra para irse incluso andando, sin contar con que en cientos de garajes se han encontrado los coches sin usar. La verdad silenciada es que una proporción enorme de Nueva Orleans la forman terceras y cuartas generaciones de beneficiarios de la compasión oficial en forma de subvenciones y prestaciones sociales, acostumbrados a que el Estado se ocupase de sus vidas como un dios incomprensible pero omnipresente que, como el Séptimo de Caballería, vendría a salvarles en el último momento, como siempre lo había hecho.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

El refrán realmente es: "el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones", asi si tiene sentido la frase. Saludos y seguí!

3:13 p. m.  

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