miércoles, septiembre 14, 2005

La ONU y uno de leperos

Dicen que hacia el final de su mandato el presidente Clinton, ante la perspectiva más que probable de pasar a la posteridad por su patético vaudeville con la becaria, estaba obsesionado por encontrar una Gran Causa –así, con mayúsculas- con la que tapar en los libros de historia la mancha en el vestido de la Lewinsky. Debe ser el destino de los mediocres andar a la búsqueda de lo grandioso en vez de hacerse grande respondiendo a los verdaderos retos de gobierno.

Zapatero ha vuelto a la ONU y, como en la esfera nacional no da pie con bola y gobiernan por él sus socios periféricos, ha vuelto a caer en la tentación mesiánica. La última vez que le dejaron hablar en el edificio de la Primera Avenida fue a arregla con su piquito de oro el gran conflicto de nuestro tiempo proponiendo -¡tachán, tachán!- la Alianza de CivilizacionesÔ. Creo que algo le respondió Mongolia; los otros ‘aliados’ bastante tuvieron con aguantar la risa floja. En esta ocasión se trata de otra fruslería, una nadería: acabar con el hambre en el mundo. El truco genial de nuestro Robin Hood hispano: elevar el IVA en los países ricos para repartirlo entre los pobres. Como todo el mundo sabe que la mejor manera de crear riqueza es subir los impuestos, que el Tercer Mundo apenas ha recibido ayudas y que, cuando las ha recibido, las ha distribuido a las mil maravillas, pues que hay que darle el Nobel de la Paz, como poco. O, mejor, quitarle el micrófono.