lunes, diciembre 19, 2005

Lola

Con sus tres meses de vida, Lola tiene, como casi todos los recién nacidos, un enorme poder. En ese breve espacio de tiempo lo ha tenido sobrado para convertirse en el centro de la vida de sus jóvenes y babeantes padres, para cambiar la de sus abuelos, para revolucionar la casa y modificar horarios y hábitos, para engendrar nuevos placeres y temores nuevos. De lo que no tiene poder, en cambio, es de entender que el lunes su madre la dejará, llorando, en manos ajenas y que ese desgarro recibe el nombre de ‘liberación’ y es una de las más aplaudidas y ensalzadas conquistas de la modernidad.

La ley del péndulo parece regir, implacable, la historia de la humanidad, y lo que empieza siendo optativo acaba enseguida haciéndose obligatorio, lo que comienza como excepción se convierte en pocos años en la regla. Un día la mujer puede, al fin, escapar de las servidumbres domésticas y al siguiente está condenada a las servidumbres empresariales. Pero, ya se sabe, cuidar a los hijos propios por amor es esclavitud; cuidar a los ajenos -o teclear en un ordenador ocho horas diarias- por dinero es libertad.

He trabajado siempre con mujeres y, con frecuencia, para mujeres, y no entendería un ambiente laboral sin ellas. Aborrezco el viejo machismo y no creo que pudiera vivir en una sociedad de mujeres disminuidas o discriminadas legalmente. Y quizá la situación actual sea la menos mala, tal vez resulte necesario que Lola deba quedar en manos de extraños con sólo tres meses de vida para que su madre vuelva al trabajo; para los padres de Lola, desde luego, es necesario. Lo que critico es la retórica. Si todo quedara en un “así son las cosas, qué le vamos a hacer”, podría aceptarlo. Pero me subleva que se presente como liberación lo que para tantas ‘beneficiadas’ es un pequeño drama que de ningún modo hubieran elegido si de verdad tuvieran libertad para hacerlo.

Suerte, Loreto.

1 Comments:

Blogger m said...

En mi pais se está convirtiendo en un imperativo, no económico sino de "buena crianza". Las que nos hemos revelado ante esto encima tenemos que aguantar que nos digan si no lo estamos malcriando, haciéndolo dependiente y que se yo cuanta cosa más. Personalmente me dan mucha pena los bebés porque conozco el mal que les hace desde el punto de vista emocional un desapego prematuro.

7:50 p. m.  

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