viernes, marzo 23, 2007

La barbarie es la norma, no la excepción

Para un niño pequeño, una farola es tan natural como un árbol. Como el árbol, es inexplicable, ha estado ahí toda la vida -su vida- y es algo tan familiar como ajeno.

Es casi inevitable que cada hombre vea en su historia la verdadera historia, que el pasado remoto no sea el Paleolítico, sino la infancia, que confunda familiaridad con normalidad y que acabe dando por supuesto que lo que siempre ha conocido es ‘lo que hay’, la norma, y que todo lo que se aleje de ello es la anomalía. Por eso es tan difícil escribir buena novela histórica y tan fácil, por ejemplo, hablar del ‘escándalo de la pobreza’. La pobreza es un escándalo en el sentido de que hay muchos que tienen mucho al lado de muchos que no tienen nada, pero no en el sentido, que parece implícito en muchos mensajes, de que la pobreza sea algo antinatural; y es evidente para quien reflexione cinco minutos que en la naturaleza no hay carreteras, que la tierra no produce coches o televisores ni hay árboles que den teléfonos móviles en otoño. Ser pobre es nuestro destino por defecto, lo que hay cuando no se hace algo -mucho- por evitarlo.

Otro tanto pasa con la política. La democracia y el Estado de derecho no son la norma, sino la excepción, y lo difícil es ascender: caer es siempre lo más fácil. Tratamos los logros de la civilización como esos hijos de papá que se mueven entre privilegios como si fueran derechos que se les deben, olvidando que todas las instituciones, todo el progreso es un finísimo barniz que nos separa de la barbarie. El poder es, necesariamente, violencia tácita y, al menos, amagada, pero que no sea mera violencia desnuda y nada más se ha logrado a costa de mucho esfuerzo y una estricta vigilancia.

Ahora mismo, este gobierno está transmitiendo un mensaje peligrosísimo, está diciendo alto y claro que la violencia es un medio eficaz y legítimo -legitimado, al menos- de conseguir lo que se quiere, que ni siquiera hace falta una fuerza irresistible y abrumadora para doblegar al Estado de Derecho. Hemos resistido a tiranos que han sembrado España de cadáveres, y vamos a ceder ante una banda de pistoleros.