miércoles, septiembre 28, 2005

Del arroz y las tazas

Hablaba el otro día con un amigo progresista sobre la invasión norteamericana de Iraq y me alegra decir que, por una vez, estábamos de acuerdo. Se quejaba mi amigo de que la invasión primera, con ser mala, no es tan mala como el empecinamiento de George Bush, que ha convertido el paseo militar de su padre en la historia interminable, una situación que ya hiede. Viendo cómo está el patio, ¿no es más inteligente recoger velas y minimizar los daños que dedicar más dinero, más hombres y más tiempo a una empresa fallida?

Lo que no entiendo es cómo mi amigo no ve que la estrategia Bush es la misma que aplica inmisericorde la progresía en mil asuntos. Cuando sus recetas fallan estrepitosamente, logrando a menudo el efecto contrario del pretendido, su respuesta es casi siempre aumentar la dosis. Los ejemplos están por todas partes y es casi ocioso citarlos: programas contra la pobreza que, en lugar de acabar con ella desincentivan a sus presuntos beneficiarios y los convierten en seres dependientes de la beneficencia estatal; sistemas educativos que deseducan sistemáticamente, convertidos en verdaderas maquinarias de adoctrinamiento y adocenamiento intelectual; políticas fiscales ruinosas e insostenibles, políticas de inmigración suicidas, políticas de seguridad contraproducentes. Y la respuesta siempre es la misma: más tazas para el que ni quiere ni necesita arroz.

En pocos aspectos es tan rígido el dogma progresista, tan sesgado y tan ciego a los datos como en la guerra contra el Sida. Uno puede hablar civilizadamente con un progresista de redistribución de la riqueza o inmigración, pero basta que se insinúe la posibilidad de que quizá, tal vez, acaso la alegre costumbre de copular con todo lo que se menee pueda a veces tener algún efecto indeseable y se desatan todas las furias del Averno. De ahí que la eficacia del Santo Condón sea un dogma incuestionado e incuestionable y los últimos Papas sean genocidas vestidos de blanco..., a pesar de los datos, que hablan del continuado fracaso de las políticas procondón en África, el continente más azotado por la plaga y donde Uganda, el único país que se ha salido de la ortodoxia, ha rebajado su población infectada del 13% al 4,1% en sólo una década.

1 Comments:

Blogger Roberto Iza Valdés said...

Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

7:18 p. m.  

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