viernes, marzo 23, 2007

Manifestaciones

En una sociedad obsesionada con la demoscopia y elecciones cada cuatro años, las manifestaciones políticas me parecen casi siempre superfluas, cuando no nocivas. No soy demasiado partidario.

En cualquier caso, una manifestación es un motín constitucional, un levantamiento pacífico y reglado, una revuelta con permiso de la autoridad. Por eso las manifestaciones sólo tienen sentido contra el poder; en el mejor de los casos, son una muestra de impaciencia, pero siempre contra quien manda.

Marchar a favor del Gobierno tiene el intolerable regusto de un desfile del 1 de mayo en la Plaza Roja, el eco atroz del "¡Vivan las caenas!". Es como tomar las Bastilla a mayor gloria de Luis XVI