viernes, marzo 23, 2007

No sólo de euros

Ha pasado una cosa curiosa, quizá por aquello de la heterogénesis de los fines, en la ideología de base, de andar por casa. Se suponía que fue Marx -y, por extensión, la izquierda- la que decía que todo se reduce a economía, y, por oposición, la derecha la que conservaba cierto cuelgue con la tradición cristiana y todo eso. Pero quizá sea porque con el socialismo real es mucho más fácil encontrarse sin papel higiénico o sin zapatos del 42 que con los sucios capitalistas, los progres de última hora son los que insisten en lo inmaterial, en la cultura e, incluso -ironías de la vida-, en virtudes de raíz cristiana como la solidaridad y la tolerancia, que ya me dirán qué tiene que ver con las lentejas. Y la derecha, por contra, maneja los números que da gloria verla.

En un sentido obvio, el marxismo ha fracasado; en otro, en cambio, ha triunfado incluso en la mentalidad de sus rivales declarados. Quiero decir que es difícil pensar que las cosas van mal si la economía va bien, que con vacaciones pagadas, televisión y doce marcas de café a elegir en el Carrefour cuesta que la gente juzgue mal a un gobierno en lo esencial. Si acaso, está la seguridad. Por lo demás, el ande yo caliente funciona a las mil maravillas. Nadie, en un pueblo bien comido y bien bebido, quiere fijarse en el millón de muertos que llevan ‘procesados’ las legales clínicas abortistas en su macabra historia.

Lo que hace menos un siglo era una obviedad -que el hombre no es una vaca y no sólo vive de pan- parece haberse convertido en una excentricidad, y soltarlo en pleno debate político sólo consigue hacer sentirse incómodos y desconcertados a los participantes, como cuando un borracho irrumpe con sus incoherencias en medio de una conferencia. Pero algo debe significar que las víctimas de suicidios en España hayan superado ya a los muertos en carretera este año. Quizá no les bastó elegir entre doce marcas de café.