miércoles, julio 27, 2005

Vive como quieras

Es un poco triste que llamemos a las vacaciones y a los días de fiesta 'tiempo libre', como si el resto del tiempo lo pasáramos encadenados al duro banco de una galera turca o en una plantación de la Virginia colonial.

Pero, en un sentido bastante evidente, es una expresión exacta. Las vacaciones son tiempo libre en el sentido de que si se quiere conocer de verdad a alguien, lo que de verdad cree y a lo que realmente aspira, debe conocerle en vacaciones. En el trabajo tenemos una función que cumplir, posamos, hasta cierto punto, no elegimos nuestro horario y nuestras tareas. Podemos ser vagos, y que no se note porque la necesidad nos obliga a trabajar; o egoístas, y que el trabajo nos fuerce a cooperar. Pero en vacaciones no hay horarios, nada que hacer y ningún sitio donde ir obligatoriamente. Por eso, lo que elijas te define.

Por eso son cada vez más los que huyen de esa aterradora libertad. Existe el absurdo mito, fácilmente refutable con la mera observación, de que el hombre moderno ama la libertad, cuando en realidad le resulta terriblemente incómoda. Aborrece, sobre todo, la libertad ajena, sólo hay que asistir cinco minutos a la reunión de una comunidad de vecinos tipo para comprobarlo. Pero también la propia le aterra: tener que elegir es no poder echarle la culpa a nadie si no sale bien. Por eso dejamos que el Estado crezca hasta convertirse en un monstruo paternalista.

Y por eso, en vacaciones, nos ponemos en manos de agencias que nos prefabriquen los días, buscamos 'paquetes vacacionales' donde nos digan qué tenemos que hacer en cada momento y adónde debemos ir, vamos, en fin, a donde todos van o a los sitios a los que hay que ir. Se pierde así la magia de las vacaciones, su maravillosa razón de ser y lo que las distingue radicalmente del resto del año: que el tiempo sea verdaderamente nuestro y nadie nos diga lo que tenemos que hacer. Un tiempo verdaderamente libre.

Escribir una columna semanal de opinión es sin duda el trabajo más placentero que he tenido en toda mi vida, pero admito que tengo ya la cabeza en las cercanísimas vacaciones. Pero ustedes ya lo habrán notado...

"Todo lo hizo bien"

Así de evangélica, directa y sincera es la opinión que le merece a Rosario Arévalo, consejera de Medio Ambiente de la Comunidad de Castilla-La Mancha, la actuación de Rosario Arévalo. No parte de la actuación, no, ni siquiera mucho: todo, absolutamente todo. Y si una barbacoa dominguera acaba en un incendio con el saldo trágico y tercermundista de once muertos once, pues es lo que hay, lo que sucede cuando "todo se hace bien". Habrá que suponer que, en caso de mala gestión de la consejería, las víctimas dejarían en nada a las del bombardeo de Dresde y la superficie quemada llegaría a la frontera con Francia.

Parece haber algo en la política que inhibe, no ya la honestidad común, sino el más elemental sentido del ridículo, el pudor más básico. Los políticos son verdaderos virtuosos del 'sostenella y no enmendalla', hasta extremos heroicos. Confieso que en los inicios de esta crisis mi primer impulso fue defender al Gobierno. Negligencias aparte, tenía la sensación de que todo el mundo se estaba olvidando de la barbacoa, sin contar con que hay algo repulsivo en el modo en que cualquier catástrofe intencionada es inmediatamente convertida en arma arrojadiza en la guerra política. Pero la actitud de los socialistas es un cruel sarcasmo que se suma al dolor de las víctimas, desde la perfección inmaculada de la Arévalo hasta la vergonzante visita de Rodríguez a una Guadalajara-Potemkin, sin periodistas, sin familiares, sin preguntas incómodas.

miércoles, julio 20, 2005

El asesino es el mayordomo, después de todo

Ahora que todo parecía estar tranquilo.

Ahora que, al cabo de milenios de una carrera armamentística iniciada con el hacha de piedra, Occidente se veía invencible, invulnerable.

Ahora que, erizado de misiles nucleares y protegido desde el mismo espacio, podía Estados Unidos, con razón, decirse que ningún gobierno de la tierra osaría levantarle la voz, que ningún ejército le aguantaría medio asalto.

Ahora que la abrumadora superioridad tecnológica y militar prometía acabar -¡por fin!- con las guerras en el Primer Mundo, por falta de contrincante y exceso de miedo.

Ahora, precisamente ahora, la nueva guerra pilla a Occidente con el pie cambiado, el asesino resulta ser el mayordomo y se ríe de todas las sofisticadas medidas de seguridad inventadas para mantener a Aníbal a las puertas, convertidas de la noche a la mañana tantas cabezas nucleares en carne de chatarrería, un monumento irónico a la locura del Oeste.

¿De qué sirve tener la Bomba si el enemigo está en casa? ¿Para qué bombardear Iraq si los malos están en Chicago, en Leeds, en Marsella?

La situación creada por el terrorismo islámico me recuerda a la película La invasión de los ultracuerpos, en la que los extraterrestres invaden la tierra sustituyendo a los humanos, uno a uno, por réplicas exactas. Así son los suicidas de Londres: son de otro mundo, pero parecen nosotros, se mueven como nosotros, hablan como nosotros: están entre nosotros. ¿Y quién asegura que la mano que controla los mandos de un F-16 no es un converso al islamismo radical? ¿Se van a hacer exámenes de catequesis?

My fair lady

¿Se acuerdan de la película? Basado en una obra de Bernard Shaw, Pigmalión, el musical en cuestión cuenta la transformación de una humilde florista en una verdadera lady británica por obra y gracia del Profesor Higgins. Supongo que pasa en toda tierra de garbanzos, pero desde luego en España llegar al gobierno tiene mucho de ‘experiencia Higgins’, sobre todo para los socialistas.

No hay más que verlos, qué rápido pasan de la pana a Prada, de las camperas de Sepu a los tacones de Manolo Blahnik, de un apartamento en Mojacar al palacete del rey de Jordania en Canarias. ¡Ah, los sacrificios del servidor público, qué pocos los entienden! Tocar Presupuesto debe ser algo así como ser tocado por la varita del Hada Madrina, que convierte a la compañera Sonsoles en Lady Rodríguez, como poco hasta que den las 12 en el reloj electoral.

La O de PSOE se les descuelga de hábitos y pensamientos, como tarde, a los cinco minutos de pisar alfombra. Aunque tengo para mí que lo de “obrero” es un resto fósil que se mantiene por tradición e inercia, y que los socialistas tienen tanto de ‘obreros’ como nuestro monarca de Rey de Jerusalén.

martes, julio 19, 2005

Carta a Eugenia

A mi amiga Eugenia no le gustan mis columnas (ella emplea otro verbo, algo más fuerte). Por ahora, vamos bien: a mí tampoco me enloquecen. Pero la última (Diálogo de civilizaciones) le ha indignado. Imagino que me veía ya con chilaba y una piedra en la mano, buscando una adúltera a la que lapidar.

Escribir una columna es a menudo una experiencia frustrante. No hay argumento que valga la pena que pueda desgranarse en 49 líneas (las he contado). Uno acaba conformándose con predicar para el coro y recurrir al minimalismo argumental. Por último, la columna se convierte a menudo en púlpito (lo último que quiero) y el columnista se ve a veces como martillo de herejes. Y va a ser que no, Eugenia.

Me preocupa más la crítica de fondo. Dice Eugenia que, si en Europa existe un vacío cultural es porque se está deshaciendo de un modelo, el cristiano, "que niega las reglas de la naturaleza". Vale, supongamos que me apunto a eso de las reglas de la naturaleza. ¿Qué tengo que hacer? No venimos a este mundo con un manual de instrucciones enrollado en el cordón umbilical. ¿Actuar como un animal? Vale, pero ¿cuál? ¿Me como a las crias sobrantes como el conejo? ¿Dejamos que el más fuerte de la manada sea el único con derecho a aparearse?

¿Seguir los instintos, quizá? ¿El instinto que has seguido sin duda esta mañana al despertarte cuando tu cuerpo te lo pide y no cuando suena el despertador? ¿El espontáneo impulso de encerrarse en una oficina ocho horas, tal vez? ¿Las fuerzas ciegas que nos arrastran a ponernos una gomita (de esas que crecen en los árboles) en nuestras relaciones íntimas? ¿Cuántos jefes vivirían tranquilos si a sus subordinados les diera la ventolera de seguir todos sus impulsos naturales?

Para bien o para mal, lo natural en el hombre es ser 'artificial', en el sentido, al menos, de que lo artificial se define como aquello que hace el hombre. Las reglas de la naturaleza existen, pero aplicadas al hombre son bastante más sutiles que seguir los instintos, sin encauzarlos, es decir, ‘humanizarlos’. Por eso la tortuga nace sólo tortuga y muere sólo tortuga, mientras que el hombre nace para llegar a ser héroe, santo, poeta o ingeniero de telecomunicaciones. O, en el peor de los casos, columnista.

miércoles, julio 13, 2005

"Doing a Spain"

"La pregunta ahora -escribe un comentarista norteamericano refiriéndose a los atentados de Londres- es si Inglaterra hará una España". No es el único. 'Hacer una España' es una expresión que está haciendo fortuna entre los analistas de prensa del otro lado del Atlántico.

Como si el orgullo patrio no estuviera suficientemente de capa caída con el chalaneo separatista del Gobierno y su política exterior de 4º de la ESO, el nombre de nuestro país va camino de convertirse en sinónimo de cesión ante el terrorismo.

Por sí mismo, el terrorismo no es una amenaza; no tiene, ni de lejos, la menor posibilidad de lograr sus objetivos. Durante la Segunda Guerra Mundial, el blitz alemán sobre Londres causaba cada día más víctimas que los ataques del 7-J, y no logró alterar la determinación de los británicos. Los terroristas necesitan la complicidad de los medios, que amplificamos el terror, el pánico de la población y la cobardía de los gobiernos. Y cada cesión no hace sino alimentar a la bestia.

Diálogo de civilizaciones (una pesadilla)

Anoche tuve un sueño. Dialogaban un un inmigrahte musulmán y un europeo.

- Creo que hay un solo Dios y Mahoma es su profeta. ¿En qué crees tú?

- Creer, creer... Yo no hablaría de 'creer', es una palabra muy fuerte. Digamos que estoy por la tolerancia. Vamos, que me parece perfecto que creas eso que dices...

- ¿Y en qué crees tú, para que vea si puedo tolerarlo?

- Ya estamos otra vez con esa palabra... Soy un firme partidario de la diversidad, sí.

- ¿Diversidad de creencias? Bueno, veamos en qué eres diverso de mí, dime qué te parece bueno y qué encuentras malo...

- La libertad. Desde luego, estoy por la libertad.

- ¿En general? Pero querrás hacer algo con la libertad, necesitarás conceptos de bien y mal para practicar esa libertad...

- El bien y el mal son subjetivos, no absolutos; lo que hoy puede parecer malo... ¿Adónde vas?

- Me has dicho ya todo lo que quería saber. Habláis de alianza de civilizaciones, pero no puede haber alianza, ni diálogo, entre un credo y una mera duda, entre una fe y un vacío, entre una afirmación y una interrogación. Decís que despreciamos la muerte porque un puñado de los nuestros se inspiran en nuestra fe para morir y matar. Pero vosotros despreciáis la vida. Los más radicales entre los nuestros justifican matar a los infieles, pero vosotros matáis a vuestros propios hijos en el seno de su madre y ahora estáis maquinando leyes para matar también a vuestros padres. Consideráis pueril mi fe, pero vosotros os mantenéis en una perpetua adolescencia que os lleva por la vida como plumas a merced del viento. No tenéis hijos; ¿cómo podéis pensar que sois el futuro? Os creéis casi omnipotentes porque tenéis tecnología, riqueza, sofisticados sistemas. Pero todo eso son juguetes que podemos heredar. Estáis vacíos, estáis huecos. No quiero perder el tiempo hablando con un cadáver.

jueves, julio 07, 2005

Pólvora del rey

El otro día escuché de pasada una conversación cuya conclusión me escandalizó. Una compañera se lamentaba de la alta proporción de su sueldo que había tenido que pagar en concepto de impuestos. Hasta ahí, bien. Pero al final la joven se consolaba con esta idea: “Pero, bueno, si me lo han quitado, es que no me pertenecía”. ¿¿Perdón??

Uno pensaba que la idea de que Hacienda somos todos no se la creían ya ni los parvulitos, pero parece que está bastante extendida. Así, abundan quienes creen que el fruto de su trabajo pertenece por derecho a las autoridades públicas, para que éstas hagan con el dinero lo que tengan a bien, sin limitación legal alguna y sin dar cuentas directas de lo que hacen con nuestros fondos.

La nomenclatura lo oscurece todo en este asunto, y así es fácil olvidar que cuando se dice que “el Estado debería subvencionar” esto o lo otro, lo que se está diciendo es que Paco, María, Pepe, etcétera deben ceder forzosamente a Manolo parte de su dinero. Si nos acostumbráramos a pensar en esos términos -en los términos reales-, probablemente veríamos con menos indeferencia la alegría con que gastan nuestros gobernantes.

Con ser grave, el expolio organizado en que se acaba convirtiendo la acción de gobierno no es lo peor; lo peor es que gastar lo que no se ha producido, disparar con pólvora del rey, es la mejor receta para el despilfarro. ¿Alguien cree que si cada visitante hubiera tenido que pagarse de su dinero el viaje habrían ido tantas personas representando a Madrid en Singapur, en el intento fallido de lograr que la capital española fuera sede olímpica en 2012? Hablo del caso porque está fresco y porque todo ha quedado en nada. Aquí paz y después gloria y, vale, no nos han dado la sede olímpica, pero ¿y lo bien que lo hemos pasado en Singapur?

No pretendo que los políticos gasten sólo el dinero que ganan; me conformo con que lo gasten recordando que alguien lo ha ganado.

martes, julio 05, 2005

La progresía y sus mascotas

“Libertad” e “independencia” son dos palabras que la izquierda al uso ama tanto como aborrece lo que significan. Los ungidos de la progresía necesitan grupos de desvalidos y desamparados que proteger y guiar con su superior sabiduría, y su mayor pesadilla es un mundo de seres libres e independientes que no les necesiten.

Lejos de fomentar en sus ‘grupos mascota’ (por emplear una nomenclatura tan cara a mi amigo Enrique de Diego) la autoconfianza y el esfuerzo, tratan de perpetuar su situación de desamparo, real o sentido, para convertirlos en bases estables de su poder e influencia, ‘voting blocs’ virtualmente inamovibles. No quiera Dios que las mujeres decidan lograr por su cuenta la equiparación con el varón, a la manera que elijan y en los términos que mejor les parezca, no vaya a ser que los institutos de la mujer nacionales y autonómicos se quedaran sin su bicoca; que no se les ocurra a inmigrantes, homosexuales, habitantes de ‘comunidades históricas’, trabajadores y demás hacer de su capa un sayo y salirse de la línea oficial por su cuenta y riesgo. Lo que tienen que hacer es repetir las consignas de la manada, firmar en la línea de puntos y alargar la mano.

Por eso siempre tendremos África, el ‘Continente 10’ para la progresía, donde puede ejercer su arrogante agit-prop de ayudas y conciertos contra la pobreza mientras se le niega, vía PAC, el derecho a ayudarse a sí misma vendiendo bienes agrícolas al Primer Mundo a precios de mercado.