martes, mayo 31, 2005

Fuera de los medios no hay salvación (Cartas del diablo)

Apreciado Isacarón:

Me desesperas, sobrino; ¿cómo se puede ser tan torpe, a estas alturas? He mandado a las Bajuras tu última carta, con la recomendación de que te retiren la licencia de tentador. Me cuentas en ella que has elaborado ingeniosísimos argumentos para tentar a nuestros pupilos. ¡¿Argumentos?! ¿Es que no has oído mil veces Allá Abajo que "los argumentos los carga el Enemigo"? Por desinformados, incultos y poco inteligentes que sean tus tentados, corres el riesgo de que los argumentos les hagan pensar, y ese camino, una vez iniciado, puede llevar a cualquier parte. Además, nosotros somos siempre el último grito, ¡y los razonamientos son TAN Siglo XIII!

Ahora la cosa es más fácil que todo eso. Simplemente, la cancha de las ideas, el campo de juego intelectual está definido de manera que los pensamientos favorables al Enemigo queden fuera, no puedan ni siquiera participar. No se los ataca como erróneos: se los ignora como inadmisibles. Es la versión moderna de "fuera de la Iglesia no hay salvación". La diferencia es que, mientras los jerarcas se encontraban atados de pies y manos por una doctrina que no podían variar y que les obligaba a ellos mismos, los modernos pontífices mediáticos pueden crear doctrina inapelable en cuestión de meses, sin importar que el nuevo dogma contradiga otros anteriores, la experiencia o el mismo sentido común. Nuestros enemigos, con tal de no quedar en las tinieblas exteriores, transigen siempre.

lunes, mayo 30, 2005

La Francia libre

A ver si lo entiendo. Unos señores, sin consultar a nadie, deciden que Europa necesita una constitución y elaboran una sin contar apenas con el pueblo o la sociedad civil. Francia, patria de los principales autores de este texto, vota en contra de este texto y NADIE en los medios de comunicación piensa en darle a este voto su significado literal, a saber: no queremos esta Constitución. La prensa habla de castigo a Chirac, lo que quizá sea cierto, pero equivale a tirar balones fuera y a decir que los franceses –e, imagino, el resto de los europeos- no se toman la Unión demasiado en serio.

En España pasó exactamente lo mismo, pero al revés: nuestro “sí” fue un voto de confianza al Gobierno. Entonces, ¿quién cree aquí en Europa? Salvo por la increíble arrogancia de los eurócratas, no hay nada de extraño, mucho menos de trágico, en que los franceses hayan rechazado una de las muchas constituciones posibles, redactada a espaldas de todos. Pero nuestras benévolas y remotas élites parecen pensar que el único problema de Europa somos los europeos.

viernes, mayo 27, 2005

El centro y los extremos

Lo cómodo de establecer las ideologías formando una línea física –ya saben, izquierda y derecha- es que los poderosos –políticos, medios de comunicación, y élite cultural y financiera- pueden redefinir a placer el centro. Y lo hacen. Todos conocemos personajes que son el centro por definición, de modo que cuando se mueven, mueven consigo todo el espectro político.

Ésa es la razón de que la famosa –o infame- ‘búsqueda del centro’ resulta una empresa inútil y contraproducente. Imaginemos una escala del 0 al 10, y supongamos que, en un momento dado, la ideología ‘permitida’ más izquierdista ocupa el 4 y la más a la derecha, el 8, quedando el 6 como centro. Si, en busca del centro, el partido que está en el 8 evoluciona hasta el 6, no habrá quedado como centro, simplemente habrá desplazado el centro hacia el 4, y ahora la extrema izquierda será el 2. En definitiva, se habrá conseguido desplazar todo el espectro político ‘decente’ hacia la izquierda, y el mucho más moderado partido derechista seguirá siendo extremo. El poderoso puede decir aquello de “el centro soy yo”, esté donde esté.

Esto también explica el misterio de los extremismos. Uno no puede distraerse ni dormirse, porque si no está permanentemente al día se arriesga a acostarse moderado y levantarse extremista, tan deprisa se mueven estas cosas de la ideología. Uno pensaría, por ejemplo, que tratándose de cosas que nunca se habían planteado, que sólo existen en dos países en todo el mundo y que nadie, en miles de años y cientos de civilizaciones, había pensado aprobar hasta hace poquísimo tiempo, el extremo estaría en la novedad. Error. El ‘matrimonio’ homosexual ha pasado en un tiempo vertiginoso de algo que a nadie se le ocurría –incluyendo los progresistas más avanzados- a ser, por así decir, doctrina común, fuera de la cual no hay salvación.

martes, mayo 24, 2005

La desconfianza necesaria

Bien está que acordemos llamar a lo que tenemos 'democracia' y que nos pongamos de acuerdo en que es, en palabras de Churchill, el menos malo de los sistemas políticos; pero de ahí a pretender que en países como el nuestro "el pueblo se gobierna a sí mismo" hay un abismo. Por eso, hablar de "la constitución que nos dimos los españoles en 1978" son ganas de divertirse barato.

Obviando que quienes votaron no o se abstuvieron y los que entonces no tenían edad para votar o ni siquiera habían nacido son ya abrumadora mayoría, lo cierto es que yo no recuerdo que 'el pueblo' participara en la redacción de esa constitución o de cualquiera de las leyes que la han sucedido. La facultad de aceptar o rechazar una propuesta completa, reconozcámoslo, es un triste sucedáneo del verdadero acto de gobernar.

Se supone que nosotros somos los dueños y los políticos, nuestros representantes, nuestros administradores. Pero es un curioso tipo de administrador el que sólo consulta al dueño una vez cada cuatro años, y aun entonces sólo para saber si continúa o le sustituye otro con un programa igualmente cerrado y arbitrario.

La democracia moderna es un corolario lógico de la doctrina del Pecado Original. No hay planes perfectos, no hay líderes impecables, cualquiera es capaz de lo mejor y de lo peor. Por eso, la desconfianza hacia el Gobierno, sea el que sea, no es un feo hábito que se tolera, sino una condición indispensable para que el sistema funcione.

Observo con preocupación que esa virtud esencial, la desconfianza hacia el poder, se está perdiendo. Ahora se desconfía cuando ganan 'los otros', no cuando lo hacen 'los nuestros', craso error: nunca son 'nuestros'. La clase política es eso: una clase, una casta, un gremio; tienen más en común un político del PP y uno del PSOE que cualquiera de ellos con sus votantes. Decía Thomas Jefferson que el precio de la libertad es la eterna vigilancia, pero eso es muy cansado.

¡Que viene el coco!

Si es que no se nos puede dejar solos. Francia, corazón de la Unión Europea y patria del virtual autor de la Constitución Europea, Giscard d’Estaing, está en un tris de rechazar en referéndum la carta magna, mientras que la ultraeuropeísta Holanda parece decantarse descaradamente por el no. Bernard Bot, ministro holandés de Asuntos Exteriores, califica de “reacción irracional” la opinión mayoritaria de sus paisanos, mientras que su colega de Justicia, Piet-Hein Donner, agita el espantajo de las guerras de Yugoslavia como el destino que nos espera si no nos comemos la sopa y votamos lo que nos digan nuestros mayores de Bruselas.

Los plebiscitos de la Unión Europea son como las preguntas de un examen de Matemáticas: sólo hay una respuesta correcta. Por lo demás, los profes –blandos, ellos- se pasan el examen soplando la solución a voz en grito. Si, aun así, la ciudadanía ‘suspende’, no hay problema: recuperación en septiembre. Y así, hasta que acierte. Este proceso es conocido en Europa como ‘democracia’.

miércoles, mayo 18, 2005

La idolatría de la actualidad

¿Se acuerdan del tsunami, la ola gigante que mató a trescientas mil personas y suscitó una ola paralela de solidaridad internacional? Fue el pasado diciembre, y durante días parecía de mal gusto preocuparse por cualquier otra cosa, todo esfuerzo se nos antojaba insuficiente y cualquier urgencia resultaba justificada. Ahora, casi cinco meses después, quinientos contenedores –la cuarta parte de toda la ayuda enviada a Sri Lanka- siguen sin desembalar. En el puerto indonesio de Medan, 1.500 contenedores permanecen en los muelles muertos de risa. ¿Y a quién le importa? Uno ya se indignó en su momento, cuando la tragedia, se compadeció, escribió a los periódicos y, probablemente, ingresó algún dinero en los fondos de ayuda. Ahora es noticia muerta, periódico viejo y arrugado. Ya no es real.

Sé que queda feo decirlo en un medio de comunicación, pero creo que la obsesión por la actualidad es uno de los peores efectos de la prensa, más profundo y duradero que la televisión basura o el sensacionalismo barato. Decía el poeta francés Charles Peguy que La Iliada es tan novedosa hoy como hace miles de años, mientras que el diario de la mañana es ya viejo por la tarde. Los diarios siguen quedándosenos viejos, pero dudo que muchos hombres modernos tengan paciencia para encontrar novedad en Homero. Nuestra retentiva se mide, como mucho, por semanas, y todo lo que supera ese lapso desaparece de la realidad percibida.

La Commedia del'Arte

Probablemente sea necesaria, la política. Pero la afición a la política (con minúsculas) siempre me ha parecido tan incomprensible como la filatelia, e igualmente alejada de los intereses cotidianos de la gente. El debate sobre el Estado de la Nación tiene tanta emoción como un combate de lucha libre americana. Los que mandan explican que todo va bien. La oposición aclara que todo va mal. Cada uno en su papel, como títeres de La Commedia del’Arte. Al día siguiente, los medios ponderarán quién ‘ha ganado’ y quién ‘ha perdido’ el debate. ¿Ganar, perder? ¿Puede haber algo más frívolo que evaluar los lances y fintas de nuestros políticos cuando se trata del estado de NUESTRA nación?

martes, mayo 17, 2005

El dilema

Imagine que tiene un botón mágico que, al pulsarlo, su cuenta corriente aumentara automáticamente en un millón y muriera una persona desconocida en un país lejano. Usted nunca vería a su víctima ni sabría de ella y nadie podría relacionarle con ella. No puedo evitar pensar que muchas ‘buenas personas’ le daríamos al botón hasta que nos doliera el dedo.

El caso no es en absoluto un dilema ético –apretar ese botón sería tan inmoral como cobrar por un asesinato por encargo-, pero si lo parece es porque nuestra percepción de lo malo y lo bueno está inevitablemente condicionada por lo que vemos y por lo que nuestras acciones parecen a los otros. “Ojos que no ven, corazón que no siente” es una de las verdades más certeras de nuestro refranero. Por ejemplo, ¿recuerdan el tsunami? La ola gigante que mató a casi trescientas mil personas provocó otra ola paralela de compasión y solidaridad en Occidente. Es probable que usted mismo o su empresa donaran algo tras ver las horribles imágenes una y otra vez en la televisión. Que luego quinientos contenedores –una cuarta parte de toda la ayuda enviada a Sri Lanka desde el tsunami en diciembre- sigan sin desembalar en los muelles de Colombo es lo de menos. El tsunami no es una realidad porque no es una imagen presente. Es el problema que tienen los grupos provida para concienciar sobre la gravedad del aborto. Un crimen que no se ve no nos parece un crimen.

Hace unos años, Balduino, rey de Bélgica, abdicó durante tres días para no tener que firmar la ley del aborto en ese país. Preguntado Don Juan Carlos en Roma si él contempla esta posibilidad ante la equiparación de las uniones homosexuales con el matrimonio (¿por qué ahora?), Su Católica Majestad respondió que él no era el rey de Bélgica. Personas de las que me fío, mucho más sabias y cultas que yo, me dicen que el rey hace bien, que la Corona es jurídica y políticamente irresponsable, que tal gesto no arreglaría nada y podría estropear mucho. Quizá.

Pero no puedo quitarme de la cabeza que también aquí es una cuestión de percepciones, de imagen. Si Hitler –por señalar un ‘monstruo de consenso’ donde los haya- hubiera coexistido con un monarca alemán constitucionalmente ‘irresponsable’ que hubiera firmado las Leyes de Nürenberg ‘por imperativo legal’, ¿de verdad se entendería su gesto en nuestros tiempos?

lunes, mayo 16, 2005

La arbitrariedad del mando

De vez en cuando, una amigo de mi padre sorprendía a alguno de sus hijos con castigos o premios absolutamente desproporcionado a lo que hubieran hecho o merecieran. Lo hacía, según él, "para acostumbrarlos a la arbitrariedad del mando".

Años después he podido comprobar que el Poder necesita aplicar medidas que impidan a los gobernados encontrar un sentido unitario y coherente en la filosofía de los gobernantes, de manera que se sepan siempre regidos por mandos arbitarios y no por una ideología o filosofía identificable.

La campaña represiva antitabaco se compadece mal con todo lo que este Gobierno y otros del estilo predican y aplican. El tabaquismo produce ingentes beneficios fiscales y alivia la carga financiera de la Seguridad Social -destinada a una crisis inevitable y cercana- al acortar la esperanza de vida de la peña.

Por supuesto, uno puede figurarse una ideología que prime la salud de los gobernados sobre cualquier otra consideración, como la autonomía individual, pero entonces se desincentivaría con más motivo la promiscuidad y las relaciones homosexuales, por ejemplo. Es desconcertante que un Poder que permite sin problemas el asesinato de niños en el vientre de la madre, que busca deshacerse de impedidos y viejos enfermos, que aplaude estilos de vida abiertamente autodestructivos, se preocupe tan rabiosamente por nuestros pulmones.

La arbitrariedad del mando.

miércoles, mayo 11, 2005

'Rebeldes' subvencionados

Carmen Calvo, nuestra inefable ministra de Cultura, ha defendido el papel de la Administración en el fomento de la Cultura "para que puedan seguir existiendo nuevos quijotes transgresores como los hip-hop o los grafiteros". Sé que citar a la ministra es un medio barato de echar unas risas, pero no es esa mi intención al citar aquí sus palabras. Ni siquiera me interesa ahora comentar la risible demagogia de comparar el Quijote con una moda importada y pasajera y con actos vandálicos que convierten las fachadas de nuestros edificios en desahogo expresivo de gamberros.

Lo realmente significativo está en la plabra 'transgresores'. Los 'baby-boomers', la generación más malcriada y egocéntrica de la historia, los que ahora peinan las primeras canas y ocupan los cargos de poder, lo quieren todo y su contrario, comerse la tarta y guardarla para luego. Aspiran a mantener todas las comodidades y prebendas del poder, todos los beneficios del establishment, mientras reivindican el aura romántica de la rebeldía y la insurgencia. Han creado, así, la transgresión oficial, la rebeldía de diseño prêt-à-porter, la insurrección por decreto, el inconformismo de BOE y la revolución institucional.

Son los mismos que, de adolescentes, arrebataron a sus padres la voz y la palabra al grito de "nunca confíes en nadie mayor de treinta", y que ahora, pasados los cuarenta, condenan a sus (escasos) hijos al inmovilismo porque la modernidad son ellos por definición, los del 68, de una vez para siempre. En todas las épocas se ha usurpado el poder; sólo en la nuestra se usurpa, al mismo tiempo, la oposición.

Nada de esto, naturalmente, tiene que ver con la realidad, que no se construye por decreto y que se basa en el principio de no contradicción. La rebeldía es, por definición, contra el poder, y éste no puede regularla ni, mucho menos, decretarla y subvencionarla. A los verdaderos rebeldes, el poder los ningunea, los desprecia y los acosa. ¿Tengo que decir ahora quiénes somos los rebeldes?

martes, mayo 10, 2005

Discriminación real

No se puede jugar con dos barajas. Como en el chiste de los dos vascos, o estamos a Rólex, o estamos a setas. No sé quién habrá sido el inconsciente que ha empezado a hablar de 'discriminación sexual' en la preferencia del varón sobre la mujer en la sucesión a la Corona, pero me extraña que haya monárquicos dispuestos a seguirle el juego. La Monarquía es, necesariamente, discriminación; no sólo del varón sobre la mujer, sino también del primogénito o primogénita sobre los demás y, ya puestos, de una familia concreta sobre todas las otras. Se empieza preguntando: “¿por qué tiene que reinar el varón?” y se acaba inquiriendo: “¿por qué tiene que reinar un Borbón?”. Mejor no meneallo...

El ombliguismo de Occidente (Carta del diablo)

Apreciado Isacarón: Si te hacía falta alguna prueba más de que Occidente es tierra abonada para nuestra causa, las reacciones al nombramiento del alemán de Roma habrán despejado todas tus dudas. No, no hablo ahora de disidencia como tal; ésta, con ser un plato muy de nuestro gusto, no es el premio gordo. No nos basta con que los pueblos se aparten de la verdad, necesitamos anclarlos a la mentira con nuestra ‘especialidad de la casa’: la soberbia.

Y eso es lo magnífico de Occidente, su extática contemplación de su propio ombligo. En el mundo, los fieles del Enemigo tienen, gracias a los abismos, graves problemas, problemas reales: sufren persecución legal en buena parte del mundo islámico, martirio en no pocos países. Si algún momento ha merecido el título de Era de los Mártires es ésta,por número de muertos y perseguidos por la fe.

Así las cosas, uno pensaría que las preocupaciones de esta masa ingente de católicos deberían figurar muy alto en la agenda que los medios de comunicación occidentales están elaborando -desinteresadamente, claro- al nuevo Papa, ¿no?" Es broma, sobrino; ya sé que conoces la respuesta. Lo importante son las deliciosas menudencias de una sociedad bien alimentada y segura de sí misma, una generación malcriada que considera prioritario el menor de sus caprichos, que quiere tenerlo todo: no sólo ceder a todos sus impulsos, sino contar, además, con el aplauso de la Iglesia.

ASMODEO

martes, mayo 03, 2005

Conductas nocivas

Lo menos que puede decirse es que no se trata de una conducta inocua, con independencia de las creencias o la ideología de cada cual. Desde luego, no lo es físicamente. Ni siquiera hace falta ser médico ni tener nociones de medicina para advertir que el organismo no puede dejar de resentirse gravemente cuando se le da un uso tan evidentemente antinatural.

Pero la profesión médica, naturalmente, puede ilustrar con mayor precisión y amplitud las terribles consecuencias que esta conducta -más cuando es reiterada- tiene sobre la salud. Pero quien no quiera aceptar el sentido común o la opinión de los expertos, puede consultar resmas de estadísticas que vienen todas a demostrar que quienes caen en esta práctica tienen una esperanza de vida sustancialmente inferior a la media, además de contar con muchas más probabilidades de contraer un sinfín de enfermedades que reducen su calidad de vida.

En cualquier caso, no puede alegarse que se trata de un riesgo meramente individual, y que cada cual hace con su cuerpo lo que quiere, como reza el dogma relativista. Estamos ante una actividad que afecta a los demás. No somos islas, vivimos en sociedad, y son muchas las personas que lo encuentran antinatural, desagradable o, incluso, repugnante.

Por otra parte, la ley tiene un carácter ejemplarizante, y aunque probablemente una postura directamente represiva causaría más perjuicios que beneficios, los poderes públicos deben desincentivar activamente actitudes nocivas para el individuo y desagradables para quienes le rodean.

No se trata de caer en descalificaciones personales; el respeto a la persona debe ser siempre una condición inexcusable en estos debates, y de poco sirve echar en cara a los individuos su debilidad frente al vicio sin conocer las dificultades de cada cual y las luchas que han podido librar.

Por supuesto, estoy hablando del tabaco.

Por ser tú (firma invitada)

Yo enseguida me pongo colorada. Mis amigos y compañeros se divierten con mi ‘gama de rojos’. Y es que tiene gracia, porque es una muestra más de que 'somos poca cosa'. Algo tan simple... y no lo podemos controlar. Un piropo, una mirada inoportuna o cualquier idea peregrina que se pasa por la cabeza hace que, de pronto, la cara cambie de color. Y cuanto más se intente evitar, más color...

Creo que el problema es que a veces nos importa demasiado lo que piensan de nosotros. Como dice mi sabio amigo Enrique, cuando uno se pregunta: “¿Habré quedado bien? ¿Habré quedado mal?”, alguien le debería decir: “¡Pero si no has quedado! ¡Si no existes!”. Y cuando uno se pregunta: “¿Qué pensarán de mí? Es muy probable que la respuesta sea: nada. Nada, porque seguro que tienen otros cosas más importantes para ellos en las que pensar. Aunque lo dice en broma y lo lleva al extremo para dejar clara la idea y darle un poco de gracia, yo creo que tiene mucho de cierto.

Creer que los que te rodean van a pensar mal de ti por lo que dices o haces es, en el fondo, aunque sin darte cuenta, suponer que eres mejor que los demás. ¿Acaso tú lo haces con ellos? ¿Y por qué dar por hecho que ellos sí lo hacen contigo?

Claro que habrá a quien le importe lo que hagas o digas, pero afortunadamente, justo ésos, no te valoran por la lucidez de tus frases, sino por ser tú. Y eso es precisamente lo mejor que puedes ser en esta vida, lo que Dios te ha hecho: muy tú, el mejor tú, pero, sencillamente, tú.

Sonsoles Calavera

lunes, mayo 02, 2005

Sin complejos (firma invitada)

Parece un western de Clint Eastwood, y no lo es, pero casi. Es el cintillo con que Santiago Abascal rubrica sus columnas en El Semanal Digital. Abascal, presidente de Nuevas Generaciones del PP en el País Vasco, concejal en Llodio y parlamentario autonómico hasta la pasada legislatura. Parece una de vaqueros, porque no habrá indios, pero sí jarraitxus; no habrá carteles de wanted, pero sí pasquines con rostros pálidos encerrados en una diana.

Por haber, hay hasta un malo, un Gobernador que juega al póquer con cartas marcadas, capaz de apañar chanchullos con los pieles rojas con tal de seguir mandando, aunque sea sobre una pila de cadáveres. Es cuando entran en escena Abascal y sus chicos, como Billy el Niño y su banda, sólo que sin revólveres, con un par, exigiendo para las víctimas Memoria, Dignidad, Justicia... y que se cumpla la Ley, osadía por la cual han puesto precio a su cabeza. Porque en este western rodado en Vascongadas y no Almería la sangre no es ketchup y las balas matan de verdad.

Nacidos el mismo año, los dos hemos puesto nuestra pluma marca Winchester al servicio de España. Pero mientras yo tecleo desde una redacción instalada en un cómodo edificio de oficinas en el Paseo de la Castellana, él lo hace desde un fuerte asediado por los indios, en pleno territorio comanche. Las balas silban, las provisiones se agotan y no nos piden que les mandemos al Séptimo de Caballería. Simplemente que no los olvidemos. Trato hecho.

Gonzalo Altozano