miércoles, abril 27, 2005

¿Qué tiene de cristiana la familia?

Haga un experimento mental. Piense en plataformas, coordinadoras o asociaciones en defensa de la familia. ¿A que nueve de cada diez -y me quedo corto- responden a iniciativas de católicos? La defensa de la familia tradicional (lo que, hasta ayer, se llamaba sencillamente familia, sin apellidos) se asocia siempre, y casi siempre con razón, a la Iglesia, como si fuera algún rasgo exótico de los católicos este 'cuelgue' con esta institución. Y no deja de ser curioso, porque la nuestra no es una religión peculiarmente pro familia.

De hecho, cuando nació el cristianismo, una de las acusaciones más habituales entre paganos y judíos era lo que consideraban su carácter antifamiliar. Frases de Cristo como "dejad que los muertos entierren a sus muertos" o "el que ame a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí" sonaban como un tiro en los oídos tanto del pater familias romano como del patriarca judío. Seguro que si Celso, el autor del Discurso verdadero contra los cristianos del Siglo II, supiera que siglos más tarde la Iglesia sería el baluarte de los valores familiares, pensaría que la humanidad se ha vuelto loca.

Insisto: no hay nada específicamente cristiano en el valor de la familia. La institución que ahora la Iglesia y los católicos defienden contra viento y marea, contra las nuevas modas ideológicas y las políticas supuestamente progresistas, es, sencillamente, la institución básica de la sociedad cuyo valor todo el mundo daba por sentado hasta hace muy poco. Sucede sólo que la Iglesia tiene la misión que George Orwell atribuía a los intelectuales en tiempos turbulentos: recordar lo evidente. La Iglesia no defiende la familia porque sea algo suyo, sino porque es algo bueno.

Si algún día el mundo se empeñara en sostener que dos más dos son cinco, quizá la aritmética correcta pase a considerarse un 'criterio confesional' de esos intransigentes católicos, empeñados en hacernos comulgar a toda la sociedad laica con su dogma de que dos y dos son cuatro.

martes, abril 26, 2005

Rebajas por liquidación (Carta del diablo)

Si no le conociera, a veces pensaría que el Enemigo se complace dejándonos con la miel en los labios. Hay tanto en lo que fijarse, tantos debates y tanta apariencia contra la que los agentes del Enemigo podrían entretenerse mientras nosotros nos dedicamos al fondo, a la matriz... Y llega ahora este alemán y dispara su primera salva contra el corazón mismo de nuestro imperio, los cimientos ocultos sobre los que hemos basado toda nuestra construcción, todo el laberinto en el que pueden perderse cada cual y su contrario.

La idea que hemos sembrado con tanto éxito es: todo es relativo. No tenemos nada contra la Iglesia, si ése es tu gusto. El mundo es un gigantesco Carrefour y todas las ideologías, todas las religiones, todas las verdades (minúsculas, por favor) está ahí, en los estantes, para que cada cual las compre en sus llamativos packs y las combine a placer. Hemos vendido a las conciencias un 'kit' de 'constrúyase su visión del mundo'. ¿Qué te gustan las liturgias católicas y su código moral? No hay problema: segundo pasillo a la derecha, sección Espiritualidades Varias. No es un producto que recomendemos, pero si a usted le VA todo eso... Lo importante es que, en última instancia, comprenda que es SU verdad, no LA verdad (¡largarto, lagarto!).
Pero Pedro (que no te confundan sus caras: siempre es Pedro) no quiere comprar. No critica los otros productos: se limita a señalar que sólo son eso, productos. Ha venido, sobrino, a echarnos abajo todo el chiringuito.

Asmodeo

miércoles, abril 20, 2005

La Roca

Ni cinco minutos. Cuando han sido debidamente elegidos, es costumbre conceder a los líderes de todo el mundo -Papas anteriores incluidos- un periodo 'de gracia' antes de que empiecen los tiros. Pero a Benedicto XVI la prensa laicista y los verdaderos poderes de este mundo le tenían ganas desde hace tiempo y se han despachado a gusto. Al nuevo Papa le han llamado de todo menos bonito aun antes de que abriera la boca. Y no saben lo que me ha tranqulizado leer tanta crítica unánime.

Yo, la verdad, de vaticanólogo tengo poco, me pierdo fácilmente en los arcanos de la Curia, no tenía quinielas y todos esos análisis ideológicos, el obsesivo etiquetaje maniqueo de conservadores y progresistas, me suenan a chino. No es que los Papas no tengan derecho a sus opiniones políticas, entiéndanme, pero éstas tienen tanta trascendencia para su papel de sucesor de Pedro como ser del Barça o del Atleti. ¿Qué peso ha tenido en la doctrina, en el Magisterio, el que tal Papa fuera o no partidario del rey francés o del emperador alemán?

No es difícil, es imposible, explicar coherentemente una realidad en la que no se cree. Si Cristo no ha resucitado o si la Iglesia Católica no es la Iglesia de Cristo, entonces, apaga y vámonos. Pero si Pedro es la roca sobre la que Cristo ha edificado su Iglesia, todos estos comentarios al uso, por sesudos que suenen, no valen más que las palabras de un ciego haciendo crítica de pintura, y en cien o doscientos años resultarán incomprensibles incluso para los no creyentes.

Leyendo, primero, las recientes homilías de Joseph Ratzinger, hoy ya Benedicto XVI, y luego las glosas que de ellas se hacen en los medios, uno se pregunta si tenemos todos delante los mismos textos. El ahora Papa habla constante, machaconamente del mensaje de Cristo, del encuentro con Cristo, volviendo constantemente al punto central de nuestra historia, de la Historia. Y los medios fuerzan el sentido de alguna frase buscando la más mezquina interpretación politiquera. ¿Benditos cuando os calumnien? Pues qué bien elegido el nombre, Benedicto.

lunes, abril 18, 2005

El 'nuncdimittismo' de la prensa laica

La Iglesia Caólica no corre tanto peligro cuando los laicos la atacan como cuando le quieren dar lecciones. Es el caso de los editoriales que El País y El Mundo dedican al cónclave que se inicia mañana, en los que ambos periódicos indican amablemente a los cardenales, en un ejercicio encomiable de altruismo aconfesional, qué tipo de Papa deben elegir. No llegan a dar un nombre, suponemos que por modestia.

De los dos es más significativo, por largo, es el de El Mundo. El guión no tiene desperdicio como ejemplo señero de nuncdimittismo. Ya saben que cuando se hizo público el testamento del Papa, la prensa laica, con honrosas excepciones, tituló unánimemente que Juan Pablo II se había planteado dimitir en 1980, porque en el documento se pregunta cuándo llegaría la hora de repetir con Simeón "nunc dimittis". La expresión, como sabe cualquiera con un pasable conocimiento del Evangelio, significa "ya puedes dejar partir (a tu siervo)", es decir, ya he cumplido y ya puedo morirme en paz. Pero los medios vieron aquel "dimittis" y les faltó tiempo para traducirlo a su manera y llevarlo a portada.

No creo que sea sólo cuestión de ignorancia o precipitación. Es, sencillamente, que los medios, en su inmensa mayoría, sencillamente no pueden conceder ninguna realidad a la dimensión religiosa, sobrenatural, y se ven obligados a reducir la información religiosa a lo que entienden, es decir, a la política.

Y ni siquiera eso lo entienden bien. Veamos, por ejemplo, el editorial del mundo. Primera perla: "El obsoleto absolutismo del Vaticano hace aún más importante si cabe la elección, pues casi todo depende en este caso del factor humano". La realidad es exactamente la contraria. Es en la política, incluso en la política más escrupulosamente democrática, donde todo depende del factor humano. Aquí hemos visto un gobierno socialista privatizar empresas y liberalizar el mercado de trabajo, y el peso del sector público ha aumentado de hecho bajo un gobierno supuestamente liberal. Nadie espera ya que los gobiernos cumplan su programa electoral y, en la práctica, ni siquiera están jurídicamente obligados a hacerlo. El Papa, en cambio, no puede cambiar una coma del depósito de la Revelación, no es más que un mensajero que podrá impulsar con mayor o menor fortuna el mensaje evangélico, pero que en ningún caso puede 'innovar' en doctrina.

Pero seguimos con El Mundo. Nos informa el editorial que la complejidad de los procedimientos del cónclave "lo convierten en un escenario propicio para el maquiavelismo". Para el maquiavelismo o para el consenso, depende de cómo quiera verse; igual que se identifica el silencio con el "oscurantismo", aunque es de prever que si en lugar de silencio hubiera campañas al uso de las elecciones políticas se hablaría de electoralismo vergonzoso, seguro.

En su tercer párrafo, el editorialista empieza lamentando que siempre se diseccionen los cónclaves en base a categorías políticas... Para inmediatamente recurrir a esas mismas categorías: italianos/no italianos; primermundista/tercermundista, etcétera. Supongo que la idea de que algún que otro cardenal pueda estar interesado en elegir a un hombre santo, piadoso o virtuoso no se les ha pasado por la cabeza en ningún momento.

Y llegamos ya a la parte realmente divertida, al meollo del editorial. Empieza lamentando las decisiones del pasado Papa que han, cito, "hecho mella en las filas del catolicismo y recortado su influencia social", que es algo así como lamentar que Spielberg haya tirado a la basura su carrera cinematográfica rodando E.T.

Y en seguida el diario desgrana el sencillo catecismo laicista, visto que la Iglesia, si no se le habla despacito y se le repiten los conceptos, es que no se entera, la pobre: celibato opcional para los sacerdotes, sacerdocio femenino, y, por supuesto, condones hasta en la sacristía. Esto, dicen, acercaría la Iglesia a la realidad del mundo y le daría un rostro más cercano y adecuado a los tiempos.
Se me ocurren muchos comentarios a este tedioso rosario de lugares comunes, pero me limitaré a señalar dos cosas.

La primera es que nada pasa tanto de moda como las modas y que no hay medio más seguro de quedar desfasado que "adaptarse a los tiempos"; precisamente lo más criticable en la historia de la Iglesia se produjo siempre cuando la Iglesia cedió al "espíritu de los tiempos": antisemitismo, inquisición, etcétera.

La segunda es todavía más sencilla: ya existen iglesia cristianas donde los curas se casan, donde hay sacerdotisas y donde los anticonceptivos han dejado de ser un problema moral. Ahí está la Iglesia Anglicana que, como todo el mundo sabe, tiene los templos a rebosar cada domingo...

jueves, abril 14, 2005

Agit-prop (Firma invitada)

El guión lo escribió la izquierda, así que no sé de qué protesta ahora. Hablo de Tras la masacre, el vídeo producido por FAES, la fundación de Aznar. En la cinta, de catorce minutos de duración, se recuerda la matanza moruna de ‘infieles’ que tuvo lugar en Madrid el 11-M. También, los días que siguieron a la misma. Es aquí donde nos topamos con los Polanco’s boys inventándose noticias; con Rubalcaba y Pepiño, violentando la jornada de reflexión; con la izquierda radical y callejera, tratando de expugnar las sedes del PP. ¿Fueron o no fueron éstos los autores, intérpretes y responsables de casting del corto?

A la izquierda el vídeo le ha sentado como un tiro, porque siente que la derecha le está perdiendo el miedo y comienza a plantarle batalla en un terreno en el que hasta ahora no se atrevía: el de la agitación y la propaganda. Sólo que sin sangre y, encima, con éxito. Más de un millón de personas se han descargado de Internet el documento audiovisual. ¡Un millón! Lo que hubieran dado por tanto público los caricatos y titiriteros autores del bodrio aquel, Hay motivo.

El vídeo de FAES me ha servido para tener frescos en la memoria los días en los que tomé conciencia política. Si medio país fue capaz de reinventar de la noche a la mañana la teoría del crimen, culpando de los atentados al Gobierno de la Nación y no a los terroristas, es que algo marchaba mal en España y había que cambiarlo. En eso ando. Modestamente.

Gonzalo Altozano

miércoles, abril 13, 2005

Las canas de Occidente

La demografía es destino. Podremos equivocarnos con las consecuencias de muchos otros fenómenos. Hay tantas variables, cálculos tan complejos en la medición de, digamos, el calentamiento terrestre o tal medida política o económica que pueden debatirse el cómo, cuándo y cuánto de sus efectos. La demografía, en cambio, es aritmética pura. Si hoy nacen cincuenta personas, dentro de dieciocho años alcanzarán la mayoría de edad esos cincuenta, como máximo. Y si necesitamos cien, los otros cincuenta tendrán que llegar de alguna otra parte.

Casi todos los problemas de peso a que se enfrenta Occidente, desde la previsible quiebra del Estado de Bienestar a la amenaza de conflicto cultural debido al aluvión migratorio, proceden de un hecho muy simple: los occidentales -los europeos, sobre todo- no tienen hijos.

Las consecuencias son estremecedoras. Muchas de ellas son incalculables, porque nunca se había dado una situación así, semejante envejecimiento de la población. Pero otras son más fáciles de predecir. Las prestaciones sociales, por ejemplo: todo el moderno modelo de pensiones, el llamado "sistema de reparto", sólo es sostenible si los que pagan -es decir, los trabajadores- son muchos más que los que sólo cobran -los pensionistas. La tasa de fertilidad española, la más baja del mundo, está en un 1,4 hijos por mujer, muy por debajo de la tasa de sustitución que permite que la población se mantenga estable. Así, la inmigración masiva -con todos los problemas que inevitablemente comporta- no es una opción, sino una necesidad.
Así las cosas, cualquiera pensaría que el primer punto de la agenda de cualquier gobierno occidental medianamente lúcido debería ser promover la natalidad. Lo que vemos, en cambio, es cómo redoblan los esfuerzos por hacer cada día más difícil la paternidad, con una saña verdaderamente suicida.

Lo patético es que los comentaristas aplauden como ‘pragmática’ lo que podríamos llamar ‘política exterior’ del Papa mientras desprecian su defensa de la vida, que pronto se revelará como el mensaje más práctico de su pontificado.

martes, abril 12, 2005

El Papa 'Superstar' (Carta del diablo)

Apreciado Isacarón: Nadie como nosotros entiende el misil en la línea de flotación que ha significado para nuestra gran causa este polaco cuyo nombre nunca me oirás decir. Pero no pierdas la fe. Al final, ¿qué ha cambiado?

Después de milenios de jugar con las imágenes y apariencias, haciéndolas bailotear ante los ojos de estas criaturas pueriles, no vamos a dejar que nos engañen a nosotros. Conocemos su valor, como sabemos lo que les duran a los hombres de este siglo los entusiasmos. Han abarrotado Roma, pero podemos confiar en que las iglesias sigan relativamente vacías el domingo próximo.

Tú mismo no conseguiste evitar que uno de tus encomendados fuera a Cuatro Vientos. ¿Y cómo acabó la historia? Vitoreó, gritó hasta desgañitarse, se emocionó: incluso lloró. Y, al siguiente domingo, volvió a pasar de ir a misa por ver un partido. Como espectáculo, no hay color.

Le llamaban "el Papa mediático", y lo era, también en el sentido que más nos conviene. Es uno de los aspectos que más han destacado muchos comentaristas a su muerte, y cuanto más lo oigo, más me tranquiliza. ¿No ha sido eso para la mayoría mientras fue Papa, el Pontífice Superstar, un espectáculo que les excita y emociona durante unos minutos, antes de que su atención de preadolescentes hiperactivos se exciten y emocionen con las siguientes imágenes que vomiten los medios?

Ya nadie ve una contradicción en admirar -¡aclamar!- a un personaje e ignorar lo que predica. Es sólo un espectáculo.
Asmodeo

viernes, abril 08, 2005

Lo que ha cambiado

Los que han nacido antes o en torno a 1976 no pueden imaginar lo que era el mundo entonces, un mundo dividido en dos bloques enfrentados que ‘nunca’ podrían solventar sus diferencias sin una guerra nuclear en la que no podría haber vencedores. El comunismo, como el rock, “estaba aquí para quedarse”. Media Europa era un continente invisible para la otra media. El Este era un mundo cerrado y gris donde nunca pasaba nada.

En el Este negaban activamente a Cristo; en el Oeste, Le ignoraban. En cierto sentido, era más insidiosa –es más insidiosa- la postura occidental. En el mundo libre estaban los que querían superar la herencia cristiana y los que querían reconocerla y conservarla. Pero para ambos grupos era eso, una herencia. Y sólo se hereda de los muertos. Esto es con lo que ha acabado Juan Pablo II.

miércoles, abril 06, 2005

¿Progresista? ¿Conservador?

Quienes llevamos la pasajera cruz de tener hijos adolescentes conocemos la experiencia. Todo adolescente es inconscientemente arrogante; todos han inventado la pólvora y creen ser los primeros en enfrentarse a problemas y en llegar a recovecos del alma que los mayores, no siempre para nuestra fortuna, hemos recorrido mil veces.

En esto he pensado escuchando por enésima vez las críticas de los laicistas al uso del pontificado de Juan Pablo II. Deben tener en sus ordenadores una tecla que al pulsarla aparece automáticamente en pantalla "progresista en lo social y conservador en lo moral". "Lo moral", en este insufrible latiguillo, se refiere a la firme oposición del Papa a la santa trinidad laica: aborto, homosexualidad y anticoncepción. Y es que, después de tanto cacarear sobre la (inexistente) obsesión de la Iglesia por el sexo, estos neovictorianos inconscientes parecen reducir la moral a la entrepierna.

Juan Pablo II ocupaba un puesto inaugurado por San Pedro, y a su lado las instituciones más antiguas, las monarquías con más solera son nuevas como el alba. Cuando Ratzinger dijo que la Iglesia es "maestra de humanidad" no estaba enunciando un dogma, sino expresando una obviedad, se sea o no creyente. Los medios de comunicación -y la caterva de 'expertos' de vario pelaje que les alimentan- tienen la retentiva y la memoria de un adolescente hiperactivo; se vuelcan con lo último obsesivamente y lo abandonan súbitamente, con el tiempo justo para pontificar sobre todo pero sin profundizar sobre nada, como un maniaco con un mando a distancia. El Papa -como la Iglesia- mira a la eternidad. El mundo se preocupa por esquemas y números; al Papa -a la Iglesia- le interesa el hombre, cada hombre.

El Papa fue 'conservador' porque tiene una preciosísima verdad que conservar y transmitir; porque, pese a las acusaciones de autoritarismo, no puede alejarse un milímetro del Magisterio. Y fue 'progresista en lo social' porque le animaba la misma pasión por la justicia, la misma ardiente caridad que iluminan cada página del Evangelio.

martes, abril 05, 2005

Un placer de teología

“Los sexólogos constatan que la curva de excitación de la mujer es diferente de la del hombre: sube y baja con mayor lentitud. En el aspecto anatómico, la excitación en la mujer se produce de una manera análoga a la del hombre (el centro se halla en la médula S2-S3), con todo, su organismo está dotado de muchas zonas erógenas, lo cual la compensa en parte de que se excite más lentamente. El hombre ha de tener en cuenta esta diferencia de reacciones”.

Quien así habla no es la Dra Elena Ochoa, Shere Hite ni ningún sexólogo moderno al uso. Estas palabras se escribieron en 1960, pertenecen al libro Amor y responsabilidad y su autor es Karol Wojtyla.

La Iglesia ha sabido y predicado siempre que el sexo es fundamentalmente bueno; el propio Jesús lo consideró sagrado hasta el punto de realizar su primer milagro en una boda y elevar la unión entre el hombre y la mujer a la categoría de sacramento indisoluble, una de las siete vías exclusivas de la gracia santificante. Pero es de justicia reconocer que a lo largo de la historia de la Iglesia, teólogos y predicadores han hecho más hincapié en los peligros del sexo –innegables en un instinto, como todos, dañado por la Caída- que en su bondad esencial. Una legión de célibes ascetas hablaban del sexo como podría hacerlo un hombre a dieta de una bandeja de pasteles.

Hasta el siglo XX, los casados elevados a los altares casi podían contarse con los dedos de una mano, y una proporción abrumadora de éstos había renunciado al sexo en el matrimonio. La renuncia se presentaba como prueba de virtud heroica, lo que seguramente sería cierto, pero nos deja a los casados con la sospecha de que el sexo matrimonial no es del todo ‘trigo limpio’.

Todo esto cambió con el pontificado de Juan Pablo II, un Papa cuya visión de las relaciones sexuales –recogida en la denominada Teología del Cuerpo- ha supuesto uno de los desarrollos doctrinales más originales y genuinamente revolucionarios de su pensamiento teológico. Reafirmando escrupulosamente toda la doctrina moral anterior en materia sexual, Juan Pablo II se ha esforzado, en palabras del teólogo norteamericano John Mercer, “por acentuar lo positivo y eliminar lo negativo”. Así, ha canonizado matrimonios, verdaderos matrimonios, no matrimonios ‘blancos’ ni vínculos matrimoniales de ascetas. Juan Pablo ha añadido al santoral innumerables laicos y laicas. En 2001 beatificó a Luigi y Maria Quattrocchi, dos héroes de la Segunda Guerra Mundial, haciendo que su fiesta coincida con su aniversario de boda. No se ha cansado el Papa, por lo demás, de recordar que el amor conyugal y la paternidad son el camino que la mayoría de la humanidad toma para ir al cielo.

En Amor y responsabilidad, el entonces arzobispo de Cracovia no presentaba el sexo esencialmente como un acto reproductivo que tuviera como efecto secundario positivo el afecto y como consecuencia tolerable, aunque sospechosa, el placer, sino que hace hincapié en el amor humano entre los esposos como reflejo del amor divino de la Trinidad. De hecho, Wojtyla urge a los cónyuges, y especialmente a los maridos, a que procuren el placer del otro en las relaciones sexuales. Cuando todavía estaba fresco el shock cultural provocado por el infame Informe Kinsey, el Papa escribía sobre la importancia del orgasmo femenino y sobre el deber de los maridos de asegurarse de que sus esposas lo alcanzan “por cualquier medio necesario”. Así, escribe el todavía Arzobispo: “Cuando la mujer no encuentra en las relaciones sexuales la satisfacción natural ligada al punto culminante de la excitación sexual (orgasmus), es de temer que no sienta plenamente el acto conyugal, que no comprometa en él la totalidad de su personalidad (según algunos, ésta es a menudo el motivo de la prostitución), lo cual la hace particularmente expuesta a las neurosis y es causa de «frigidez sexual», es decir, la incapacidad de excitarse, sobre todo en la fase culminante. Esta frigidez (frigiditas) es consecuencia, a veces, del egoísmo del hombre, que, al no buscar más que su propia satisfacción, frecuentemente de manera brutal, no sabe o no quiere comprender los deseos subjetivos de la mujer ni las leyes objetivas del proceso sexual que en ella se desarrolla”.

El 'Papa 10' (Firma invitada)

¡La que se habrá montado en el cielo! Seguro que sigue la fiesta. Al Papa no le habrá dado tiempo aún a abrazar a todos los santos que ha llevado a los altares, a los que él rezó para que le ayudaran a cuidar de la Iglesia, a todas las personas que entraron 'por los pelos' gracias a sus oraciones...

Aunque nos conmueve ver su rostro ya sin vida, yo me lo imagino sonriéndonos desde el cielo y muy pendiente de nosotros. Cuando sea ‘mayor' y ya haya conocido varios Papas, me acordaré de Juan Pablo II siempre que la vida se me haga más cuesta arriba, para recuperar la esperaza. Recordar el coraje con el que llevó el sacrificio, será un buen punto de referencia cuando 'me entre el miedo'.

En la plaza de Colón, nada más morir, entre los cientos de jóvenes que fueron a darle un homenaje con sus rezos y sus canciones, se notaba que Juan Pablo II había dejado este mundo ‘con los deberes hechos’. Aquella juventud agradecía la confianza del Papa que creyó en ellos. Y daba la impresión de que han seguido su consejo: tenían fuerza, alegría, ilusión, ganas de ir a Colonia... todo, menos miedo.

Se oye decir estos días que este Papa se lo ha puesto difícil al siguiente. Puede tener algo de cierto, porque este ha sido un ‘Papa 10’, pero yo creo que le ha allanado el camino. Nos ha querido tanto que se nos ha metido en el bolsillo y nos ha enseñado, casi sin darse cuenta, a ‘querer al Papa’. Nos ha acostumbrado a seguir sus pasos y ahora sabremos seguir los del próximo con igual cariño, para que su antecesor en el cargo siga sonriendo.

Sonsoles Calavera

viernes, abril 01, 2005

La apuesta imposible

Cuentan que, en 1978, a la muerte de Juan Pablo I, el Espíritu Santo se reunió con sus cuatro arcángeles y les propuso una apuesta: debían proponer, lo más detalladamente posible, un 'currículum' para el nuevo Papa. Se trataba de crear un perfil imposible, con todas las características exigibles de un Pontífice 10.

Después de desgranar una interminable retahíla de virtudes cardinales y teologales, llegó el momento más difícil para los ángeles, ponerse en la piel de un mortal y concretar aún más el perfil, la biografía.

"Muchos en el mundo ven el Vaticano como un mundo cerrado, un 'coto' para italianos" -dijo Gabriel- ¿Qué tal si fuera de otro país". "¡Sí!" -terció Rafael- Y, ya puestos, que venga de un país sometido a una dictadura, que sepa lo que es la opresión. ¿Qué os parece un país del Este?". "¡Polonia, la nación martir! -zanjó Miguel- Así habrá vivido no uno, sino dos regímenes totalitarios: el nazi y el comunista". "Buena idea, así podrá hablar a los oprimidos en su mismo idioma. Y, ya que estamos, que haya sido obrero; que haya trabajado con sus manos en una fábrica, o una mina o algo así", intervino Uriel. "Bueno, vale, pero también tendrá que ser un intelectual de primera fila, o las inteligencias del mundo ni siquiera le escucharán...", advirtió Miguel. "Obrero e intelectual de altura... Uf. Pero como Su Divina Majestad nos ha pedido un perfil imposible, quizá además de filósofo y obrero podría ser... ¿artista de algún tipo?", propuso Rafael

"¡Escritor!" - saltó Uriel

"¡Poeta!"- dijo Miguel

"¡Actor!"- eligió Gabriel.

"¿Por qué no las tres cosas?" -preguntó Rafael-. "Ya puestos..."

"Sea"

"Su Divina Majestad sabe pintar obras maestras con la pata de una mesa, como dicen. Pero ya que nos es dado pedir, hagamos al Pastor cercano a sus ovejas en todo lo posible; que tenga eso que llaman 'carisma', encanto personal", rogó Uriel.

"Y que hable dos o tres idiomas", añadió Rafael.

"Más", terció Miguel. "Varios. Y que viaje, que viaje mucho y pueda visitar en persona a los fieles".

"No puede faltar la persecución", recordó Gabriel. "Cruces, tendrá muchas, dirán de él las peores cosas y además... ¿Qué se os ocurre"

"¿Lo matan?", aventuró Uriel.

"No, espera: lo intentan matar y sobrevive", sugirió Miguel. "Pero gravemente herido, con secuelas de esas que duran toda la vida"

"Sí, mejor: así tendrá ocasión de perdonar a su asesino...", dijo Rafael.

"Si place a Su Divina Majestad que sigamos con esta biografía improbable -intervino de nuevo Miguel-, ¿sería mucho pedir que fuera un buen ejemplar de ser humano? En lo físico, digo".

"Eso, un atleta"

"Y guapo, ya que estamos".

"Y con buenos genes: que nos dure muchos años"